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KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
—InuYasha, ven conmigo... —pasando a su lado sujetó su muñeca, arrastrándolo fuera de la choza con aquella resolución firme tan repentina, pero a la vez tan propia de ella.
Si todo un pueblo se negaba a que compartieran un techo, entonces no tenían que estar debajo de uno.
Su decisión acerca de lo que haría a la mañana siguiente aún se balanceaba peligrosamente sobre un hilo, especialmente al ser consciente de las posibilidades. Pero si aún así InuYasha, en su inquebrantable terquedad, finalmente la arrastraba a ello, entonces ella se negaba a pasar aquella noche alejada de su lado; terquedad contra terquedad había resultado en un escape furtivo de medianoche.
Si todo un pueblo se negaba a que compartieran un techo, entonces no tenían que estar debajo de uno.
Su decisión acerca de lo que haría a la mañana siguiente aún se balanceaba peligrosamente sobre un hilo, especialmente al ser consciente de las posibilidades. Pero si aún así InuYasha, en su inquebrantable terquedad, finalmente la arrastraba a ello, entonces ella se negaba a pasar aquella noche alejada de su lado; terquedad contra terquedad había resultado en un escape furtivo de medianoche.
KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
Normalmente lo habría dejado marchar, ella no era una mujer que desacatara las reglas establecidas, pero algo en aquellas últimas palabras de despedida que InuYasha soltó sin más la hizo saltar del futón, impulsada por el nudo que estrujó su garganta y su corazón.
—¡Pero qué estás diciendo! —casi corriendo sus pies descalzos atravesaron la cabaña hasta darle alcance en el umbral; una de sus manos lo detuvo, tirando del largo borde rojo de su haori—. ¡No quiero! InuYasha, eso no... —algo como eso no podía suceder, ¿o sí? Ella no iba a arriesgar su vida por un capricho. Incluso si sus palabras eran hermosas... ¿Qué haría sin él?
Sus manos se agitaron con un pequeño temblor que delataba lo mucho que aquello le estaba costando. Dejarlo ir, aunque fuera con la promesa de volverse a ver al día siguiente, de pronto se sintió sofocante. [...]
—¡Pero qué estás diciendo! —casi corriendo sus pies descalzos atravesaron la cabaña hasta darle alcance en el umbral; una de sus manos lo detuvo, tirando del largo borde rojo de su haori—. ¡No quiero! InuYasha, eso no... —algo como eso no podía suceder, ¿o sí? Ella no iba a arriesgar su vida por un capricho. Incluso si sus palabras eran hermosas... ¿Qué haría sin él?
Sus manos se agitaron con un pequeño temblor que delataba lo mucho que aquello le estaba costando. Dejarlo ir, aunque fuera con la promesa de volverse a ver al día siguiente, de pronto se sintió sofocante. [...]
KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
Kagome no podía precisar el instante en el que su relación se había convertido en lo que era, tan cercana y de carácter romántico. Desde su retorno a la era feudal todo se había dado de un modo tan natural, que ya no era capaz de recordar cómo era su vida antes de eso, sin que sus manos se entrelazaran instintivamente, sin sus brazos rodeándola cada día.
Cada día, sí. Por las noches otro era el cantar...
La gente de la aldea no concebía la idea de que pasaran tanto tiempo juntos una vez que el sol abandonaba el horizonte. Si bien su época no se movía bajo un mandato muy diferente, de vez en cuando Kagome se encontraba -para su propia sorpresa- frustrada con aquella ley impuesta. Luego de tanto tiempo separados, ¿acaso no era natural que quisieran recuperar el tiempo perdido? [...]
Cada día, sí. Por las noches otro era el cantar...
La gente de la aldea no concebía la idea de que pasaran tanto tiempo juntos una vez que el sol abandonaba el horizonte. Si bien su época no se movía bajo un mandato muy diferente, de vez en cuando Kagome se encontraba -para su propia sorpresa- frustrada con aquella ley impuesta. Luego de tanto tiempo separados, ¿acaso no era natural que quisieran recuperar el tiempo perdido? [...]
User1576008 · 26-30, M
Muy a su pesar y tras un prolongado suspiro, el híbrido se puso de pie. Llevó ambas manos a reunir en una coleta su espesa melena plateada sólo para soltarla a los pocos segundos.
— Descansa y ya no estés triste. Pronto volverás a ver a tu familia —dijo eso casi como una promesa mientras su andar descalzo se dirigía hacia la salida de aquella choza.
Esa era la regla que más odiaba de los humanos y sus tradiciones; ¿por qué no podían dormir juntos y ya? Era tan jodido estar tan cómodo y tener que largarse sólo para que los ancianos no los señalaran o retaran por días (sí, ya lo había intentado varias noches antes).
— Y, Kagome, hay algo que quiero que sepas —dijo de pronto, deteniéndose en la entrada sólo para mirarla por última vez en esa noche—: si muriera mañana, no quiero que llores. Volvería a nacer y volvería a ti.
— Descansa y ya no estés triste. Pronto volverás a ver a tu familia —dijo eso casi como una promesa mientras su andar descalzo se dirigía hacia la salida de aquella choza.
Esa era la regla que más odiaba de los humanos y sus tradiciones; ¿por qué no podían dormir juntos y ya? Era tan jodido estar tan cómodo y tener que largarse sólo para que los ancianos no los señalaran o retaran por días (sí, ya lo había intentado varias noches antes).
— Y, Kagome, hay algo que quiero que sepas —dijo de pronto, deteniéndose en la entrada sólo para mirarla por última vez en esa noche—: si muriera mañana, no quiero que llores. Volvería a nacer y volvería a ti.
User1576008 · 26-30, M
Cuando de él surgían esos impulsos por alzar la voz o por llamarla "tonta" ahora lo pensaba dos veces. Tantas noches en vela esperando por su regreso, lamentándose por todas las veces que pudo tratarla mejor, por suplicar a algo más grande que él por otra oportunidad, por volver a verla aunque sea una vez más. Esa era su oportunidad, el tiempo compartido hasta este momento.
Lo sabía cuando la veía a los ojos.
Se limitó a aceptar los cumplidos asintiendo con la cabeza, después de todo aquella frase terminó revelando cuán feliz la hacía, y ese era su único propósito.
— Así que la decisión está tomada —dijo con determinación, con firmeza, fijando sus ojos dorados en los ajenos antes de inclinarse hacia ella y unir sus labios a la frente ajena—. Lo intentaremos mañana mismo —no la besó, no hizo mas que aspirar el aroma que sus cabellos oscuros desprendían—. Es hora de marcharme, o la anciana Kaede no me dejará en paz.
Lo sabía cuando la veía a los ojos.
Se limitó a aceptar los cumplidos asintiendo con la cabeza, después de todo aquella frase terminó revelando cuán feliz la hacía, y ese era su único propósito.
— Así que la decisión está tomada —dijo con determinación, con firmeza, fijando sus ojos dorados en los ajenos antes de inclinarse hacia ella y unir sus labios a la frente ajena—. Lo intentaremos mañana mismo —no la besó, no hizo mas que aspirar el aroma que sus cabellos oscuros desprendían—. Es hora de marcharme, o la anciana Kaede no me dejará en paz.
User1576008 · 26-30, M
Por la mente se le cruzaron tantos escenarios, ¿pero el más trágico? Lo más trágico no era morir: era que el destino los volviera a separar, pero esta vez para siempre. Aún así eso creyó una vez, y si de algo tenía la certeza era que ambos habían nacido para estar juntos.
La última vez que esa alma abandonó el mundo terrenal, reencarnó sólo para volver a él. Y siempre sería así para ambos; en muchas vidas antes, muchas vidas después. Y si el destino querría volver a separarlos podía irse a la mierda, él lo desafiaría. Lo volverían a desafiar juntos.
— ¡Pero si siempre he sido muy amable! —espetó. Había cosas que no cambiaban, sin embargo; y tanto su fuerte temperamento como ese orgullo que lo caracterizaba, parecían no hacerlo. Se había sonrojado al mínimo reconocimiento de su cambio, de su madurez.
Ciertamente los últimos tres años fueron los más largos, los más tristes y oscuros.
[...]
La última vez que esa alma abandonó el mundo terrenal, reencarnó sólo para volver a él. Y siempre sería así para ambos; en muchas vidas antes, muchas vidas después. Y si el destino querría volver a separarlos podía irse a la mierda, él lo desafiaría. Lo volverían a desafiar juntos.
— ¡Pero si siempre he sido muy amable! —espetó. Había cosas que no cambiaban, sin embargo; y tanto su fuerte temperamento como ese orgullo que lo caracterizaba, parecían no hacerlo. Se había sonrojado al mínimo reconocimiento de su cambio, de su madurez.
Ciertamente los últimos tres años fueron los más largos, los más tristes y oscuros.
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KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
—Está bien —resolvió finalmente—. Hay que intentarlo.
KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
—InuYasha, has cambiado mucho —no deseaba exponerlo, sabía de sobra lo orgulloso que el hanyō podía llegar a ser y que aquella observación acerca de su personalidad lo pondría en un instante de bochorno. No deseaba que así fuera, pero estaba lo suficientemente asombrada como para omitir la mención—, quiero decir, siempre has sido muy amable —incluso bajo su fachada de rudeza—, pero ver que te has vuelto tan honesto con tus pensamientos me hace en verdad muy feliz.
En su interior aún se anidaba el miedo. La última vez que habían estado juntos dentro del pozo devorador de huesos, él le había sido arrancado de su vida por años. Era un miedo inquietante que no parecía querer abandonarla. ¿Qué tal si volvía a suceder? ¿Si volvían a separarse? ¿Si no volvía a verlo… jamás? Debía tomar una decisión. Él parecía estar seguro, incluso si sólo buscaba complacerla. No se podía permitir dudar mucho más. [...]
En su interior aún se anidaba el miedo. La última vez que habían estado juntos dentro del pozo devorador de huesos, él le había sido arrancado de su vida por años. Era un miedo inquietante que no parecía querer abandonarla. ¿Qué tal si volvía a suceder? ¿Si volvían a separarse? ¿Si no volvía a verlo… jamás? Debía tomar una decisión. Él parecía estar seguro, incluso si sólo buscaba complacerla. No se podía permitir dudar mucho más. [...]
KagomeHigurashi1566345 · 18-21, F
¿Qué había ocurrido durante esos tres años? Ellos nunca hablaban al respecto. Como si se tratara de un inquebrantable acuerdo tácito, como si dieran por sentado que el desconsuelo había sido compartido por demasiado tiempo como para seguir prolongándolo incluso en el hablar cotidiano.
Quizá por eso aquella pequeña mención embozada acerca de su separación, acompañada de palabras tan llenas de comprensión y dulzura, la tomaron momentáneamente por sorpresa.
Así es. Un tema tabú, sellado a consciencia, pero que en ese instante despertó en Kagome una certeza: InuYasha había madurado.
No pudo hacer más que sonreírle con un brillo de ternura pincelado en su mirada. […]
Quizá por eso aquella pequeña mención embozada acerca de su separación, acompañada de palabras tan llenas de comprensión y dulzura, la tomaron momentáneamente por sorpresa.
Así es. Un tema tabú, sellado a consciencia, pero que en ese instante despertó en Kagome una certeza: InuYasha había madurado.
No pudo hacer más que sonreírle con un brillo de ternura pincelado en su mirada. […]
User1576008 · 26-30, M
– El destino ya nos ha puesto a prueba otras veces y siempre nos hemos vuelto a encontrar, ¿no? Si para ti esto es algo tan importante también debemos compartir esa alegría con tu familia. O por lo menos debemos intentarlo –le miraba con determinación y aún a pesar de su ímpetu mantenía el suave tono de su voz.
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