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—¿Lo ven? ¡No era tan difícil! — con lo parecidos que esos dos eran, llevarse bien debía ser algo natural... Al menos ya no se estaban gritando.
 
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¡¿Hacia dónde...?! —el paisaje se abrió ante ella con una familiaridad aplastante. De pronto no necesitaba preguntar: sabía a dónde se dirigía—. ¡InuYasha, no! ¡Espera, no puedes! ¡La ropa... la lavé hoy! [?] —podía y lo haría, nadie lo conocía mejor que ella. Su tono implorante se transformó entonces en advertencia, una dirigida hacia Moroha—: ¡Agarrate fuerte y respira hondo! —al menos no las agarraría desprevenidas y si iba a soltarlas allí, ¡él se iría con ellas!
No tuvo oportunidad de opornerse. Apenas había dado dos pasos vacilantes en retroceso y, un segundo más tarde, todo lo que supo fue que se encontraba en brazos de InuYasha, de salto en salto por los cielos.

Aferró los brazos en torno a su cuello tan pronto como despegó por primera vez del suelo, no sólo para mantener su propio agarre sino que, más precisamente, para asir los bracitos de su hija e impedir que cayera; incluso si sabía que InuYasha no la dejaría caer, su instinto maternal era más fuerte que aquella certeza. [...]
User1576008 · 26-30, M
A su mujer la tomó entre brazos con tal facilidad que, su peso parecía no representar ningún impedimento para que el albino comenzara a correr con ambas encima. Después aquella carrera se volvió tan acelerada que comenzó a saltar. ¿Hacia dónde se dirigían?

Mi olfato me indica que a ustedes también les hace falta un baño —lo cual era una mentira total, sólo quería compartir ese "castigo" con su familia. Al otro lado del bosque, había unas termas en las que solían bañarse de jóvenes con sus amigos, durante aquella época en la que viajaban en busca de los fragmentos de la Perla de Shikon. Pronto Kagome encontraría familiar el recorrido.
User1576008 · 26-30, M
Su piel se estremeció sólo de imaginarse tal cosa. Horrorizado mientras las observaba a ambas, retrocedía despacio, no comprendía porqué a ellas les causaba tanta gracia (y felicidad aparente) el que el semi-demonio se diera un baño.



Pero no lo dejarían en paz por más que se resistiese, ¿o sí?

Sin previo aviso y con movimientos tanto ágiles como veloces, se dirigió hacia su hija haciendo un ademán de que estaba por derrivarla, en cambio, la alzó con ambas manos y se la pasó detrás de la espalda.

¡Afírmate bien, Moroha! —le indicó soltándola, confiando en que ella se agarraría bien de sus hombros o cuello mientras el hanyou ahora se devolvía hacia Kagome: su siguiente víctima.
Ella tiene razón, InuYasha —estaba aplaudiendo la astucia de su pequeña con esas simples palabras—. ¿Estás de acuerdo en que le demos un baño a papá? El día está soleado, podríamos... —ni siquiera fue capaz de acabar la frase antes de echarse a reír.

moroha · F
Imposible. Mamá y yo somos más humanas que tú. Nunca tendríamos pulgas, a menos que sea el anciano Myōga. — Termina de decir aquello y se rasca tras la oreja con el mismo ademán canino de Inuyasha.

Admítelo, eres el pulgoso de la familia. — {?}
User1576008 · 26-30, M
El tacto de los deditos husmear entre sus cabellos le relajaba más de lo que pudiera admitir. Se estaba acostumbrando a recibir esos masajes disfrazados de juegos donde su hija solía buscar un tipo de insecto diferente cada día. Tanto era lo que se dejaba llevar que poco le importó que hoy se tratara de pulgas.

Pero cuando Kagome se unió a la burla, una de sus sienes se hinchó considerablemente. Una cosa era enfrentarse a ellas por separado, pero juntas contra él se habían convertido en un rival digno de quitarle el sueño.

¡Claro que no tengo pulgas! No sean tontas —respondió con indignación, elevando los tobillos de Moroha, amenazando con bajarla de sus hombros—. ¿O no se han puesto a pensar que si yo tuviera... ustedes también? ¡Já! —elevó una ceja, haciéndose el listillo cuando volteó a ver a su mujer con una mirada de quien está por encima de todos.
Tuvo que asomarse a ver justo el punto donde su hija le indicaba.

Así parece —coincidió con ella, llevando un dedo contra sus labios meditando al respecto—. La última vez que estuve en mi época... debí traer conmigo un pulguicida. [?] —por su lado, su mente ya había comenzado la cuenta regresiva de los segundos que restaban antes del inminente estallido InuYasha; sólo estaba tomándole el pelo.
moroha · F
Mira, mira. Tiene pulgas. — En su cabecita ya está orquestando un negocio de pulgas demoniacas. En el mercado se venderían muy bien. {?}
¿"Pulgas"? —que el anciano Myōga estuviera por allí no sería nada inusual, pero... su pequeña había usado el plural. [?]— InuYasha, ¡¿tienes pulgas?! —se acopló a su caminata también para inspeccionar. [?]

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