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—Puede parecer grosero y mal educado, pero no es tan malo cuando llegas a conocerlo. [?]
 
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No estoy del todo segura, pero creí percibir en ella una presencia, como un fragmento de la perla —aunque se trataba de algo diferente, no era capaz de explicarlo de otro modo que no fuera la perla de Shikón. ¿Qué otra joya podría ser tan poderosa como para hacerse notar de ese modo? Y, sin embargo, no era el característico resplandor rosáceo y vítreo que desprendían los fragmentos, tampoco se trataba de una energía contaminada. Entonces, ¿qué?
Retuvo para sí misma la sonrisa que quería asomar. Probablemente la comparación molestaría al albino, de modo que optó por acotar:

Me preocupa aquella niña, Moroha. Parecía estar sola —aunque, no podía decir que poseía exactamente la apariencia de un ser indefenso y, además, había un pequeño hecho bastante destacable que Kagome había decidido omitir a conciencia hasta ese momento—. Había algo en ella... —y no estaba haciendo alusión al mar de sensaciones que había removido en su interior, ni a aquel sentimiento de pertenencia que sólo se gana con los años de compañía; ni siquiera a la inevitable comparación, no. Ella estaba refiriéndose a algo más. [...]
¿No pensabas compartirlo? —no hubo indignación en su voz, tampoco sorpresa como tal, sino, más bien, monotonía pura. Comprendía que, de todos ellos, Inuyasha era quien más necesitaba recuperar fuerzas, pero aún así...— Aunque sea guarda un poco para Shippo, Inuyasha —un niño en crecimiento debía comer bien, así lo creía ella.
Finalmente consiguió dar con un par de paquetitos sellados de palillos que de inmediato ofreció a sus amigos.

Pensar en niños había conseguido trasladarla a los hechos más recientes cuando, fugazmente, ambos se habían topado con aquella peculiar niña de ojos achocolatados y cabellera azabache. Había sido fugaz, pero aún recordaba su aspecto: ataviada de un traje rojo -tan rojo como el del mismísimo Inuyasha- y con una energía desbordante y colérica; se parecía bastante a él, si debía juzgar por las primeras impresiones.
User1576008 · 26-30, M
* ¿Por qué había estado tan de mal humor toda la tarde? Simple: porque tenía hambre.
User1576008 · 26-30, M
No me molestes con eso.

Ahora su labor reducía a intentar ahuyentar a una inofensiva mariposa que se había posado en su nariz, el peliblanco sacudía la cabeza con brusquedad, no importaba cuánto amenazara con morderla o partirla en dos; el maldito insecto ahora volvía a su nuevo lugar favorito, lo cual para empeorar la situación, hizo reír burlón al zorrito.

InuYasha estaba por abalanzarse sobre él cuando Kagome le ofreció la última lata de noodles, lo cual le hizo agua la boca. La tomó con la alegría de quien recibe una medalla y no reparó en destaparla, hincando uno de sus colmillos en la cubierta.

¿No piensas comer también? —inquirió ahora que alzaba la lata, ya había abierto la boca para devorarlos así sin más, pero cedió a su impulso cuando recordó lo que Kagome había dicho sobre sus modales. Así que se quedó esperando a que su compañera encontrara los palillos, mientras su estómago rugía. ¿Por qué había estado de tan mal humor toda la t
Símplemente suspiró frente a sus demandas; no podía enfadarse por siempre con él.

No está mal que bajes la guardia con otras personas de vez en cuando —Como siempre, ella se manifestaba como la voz de la razón. El cambio que Inuyasha había hecho era inmenso: su apertura al mundo era destacable, así como el afán protector que había desarrollado con el tiempo -no sólo con los suyos, sino incluso con aldeanos y criaturas desconocidas-. Sin embargo, algunas veces su orgullo podía llegar a ser muy testarudo...

Hurgó en algún rincón de su mochila hasta dar con una pequeña lata de conserva: fideos instantáneos, el último de su reserva.

Ten —lo entregó en sus manos con una pequeña sonrisa, mientras rebuscaba sin prisa algún palillo, o algo que pudiese acompañar la cena, entre sus cosas.
User1576008 · 26-30, M
El ver al menos correr hacia la azabache en busca de refugio sólo lo indignó más. Aunque era de esperarse que lo haría, el híbrido sólo cruzó los brazos a la altura de su pecho y desvió la mirada hacia otra parte.

Sólo intentaba hacerlo más fuerte —se excusó, por supuesto que era una mentira y no había justificación para lo que acababa de hacer, pero su orgullo era inmenso— . ¡Já! Como si necesitáramos de ellos —se dejó caer sobre el pasto, en posición de loto. Resopló resignado, mirando al zorrito ser consolado, receloso—. Qué fastidio. ¡¿Ya podemos comer?!
El quejido del pequeño zorrito, que entre lágrimas buscó en ella un poco de justicia, fue lo que la orillo a regañarle:

¡Inuyasha, no seas abusivo! —ancló las manos a la cadera, enfatizando el reproche—. ¡Por actitudes como esa es que la gente sospecha de nosotros! —Y para peor de males, no se hallaba el monje Miroku cerca para conseguir una posada decente. [?]
User1576008 · 26-30, M
¿¡POR QUÉ DICES ESO DE MÍ?! ¡Si ya te he demostrado que no soy nada de eso, Kagome tonta! —qué oportuno era Shippo al pasar por ahí, pues justo lo que el hanyou necesitaba era desquitarse con alguien más, así que no se hizo esperar y le obsequió un golpe en la cabeza al pequeño. [?]

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