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"Y aunque al principio no esperaba, ni creía merecer una respuesta, con cada nueva carta había emoción. A veces por pensar en una nueva broma, en si debía escribir algo serio o hacerte reír; pero, a veces, la emoción se debía a que, quizás, el daño se podía reparar."
 
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En fin.

¿En qué iba? Ah sí, la primer carta. Fue difícil, realmente lo fue. Porque había tantas cosas que podía poner allí; infinidad de metros de papel en los que podía escribir todo lo que sentía, lo arrepentido que me encontraba de la situación. Pero siempre que intentaba disculparme, volvía a dudar y me congelaba. Muchas veces las preguntas rondaron mi mente y me sentí tan inseguro como el primer día que pisé el interior de la mansión.

¿Y si lo molestaba? ¿Y si me odiaba? ¿Si jamás podía perdonarme? ¿Y si mi carta jamás le llegaba?

Pensar no me llevaba a ningún lugar. La frustración crecía cada vez que intentaba escribir y terminaba yéndome a la cama con la promesa de escribir algo al siguiente día. Lo primero que fuera, lo que se me ocurriera por trivial o estúpido que a otros le pareciera. Porque, quizá de esa forma, sentiría que aún existía una solución para acercarnos una vez más por imposible que pareciera. Irónico cuando, en parte, fui yo quien se encargó de rompe
Pero, aunque habíamos quebrado todo lazo que existía, los viejos tiempos prevalecían. O quizás era por la necesidad de expresar tantas cosas que no podía decir y él sería el único que, quizá con la mente fría, me comprendería mejor.

Tal vez eso fue lo que me impulsó a escribir la primera carta. Pero, la verdad es que me congelé durante horas en el escritorio, noche tras noche, tratando de pensar qué decir. Quizá tuve que cambiar de papel unas quince veces antes de darme cuenta que solo habían quedado manchas de tinta con cada ocasión que la pluma, dudosa, hacia contacto en pequeños toques.

¿Por qué será que nos inspiramos más fácilmente cuando tenemos un ritmo o nos cuentan los segundos que han pasado? Jah, ojalá hacer informes fuese tan entretenido o divertido como escribir cartas. De ser así, Jean no me fastidiaría tan seguido. Que injusta es la vida de los caballeros, y pensar que antes Diluc hacía esto con una devoción absoluta y ferviente.
En fin, la escritura siempre ha sido un hábito en mí, quizá por eso creí que podía recobrar los lazos que tiempo atrás se rompieron, porque tenía mucho qué decirte y no sabía cómo hacerlo o quizá no quería decírtelo. ¿Para qué opacar esa personalidad tan radiante con trivialidades que ni yo mismo comprendía? Era tonto. Al menos hace tiempo pensaba de esa forma, pero me di cuenta que extrañaba las conversaciones con el pasar de los días que se volvieron semanas y después meses.

Extrañaba las charlas amenas con una comida exquisita y caliente, también las sábanas recién lavadas que aún tenían el aroma de los rayos de sol con que se secaban todo el día; extrañaba el bullicio mientras recorría las vides y también la relajante tranquilidad que brindaba su silencio. ¿A quién engaño? Extrañaba más que eso. Extrañaba todo. Extrañaba a Adelinde. Extrañaba a Elzer. Extrañaba al Maestro Crepus y extrañaba a Diluc también.

A veces me sentía patético extrañando a una familia que no era mía.
La escritura no solo es un hábito, es la forma en que se mantiene vivo un legado o una historia que no debe ser olvidada. Mi padre solía decirme que no debía olvidar nada y por esa razón yo escribía. Al principio no sabía cómo hacerlo y tampoco tenía la mejor letra; a veces apenas podían entenderse los garabatos que dejaba con tinta sobre un pedazo de papel arrugado que terminaba lleno de rayas o manchones; y hasta la fecha, aún no he olvidado nuestra historia.

No he logrado dejar atrás lo que soy, no he podido porque, como uno de los pocos que quedan, debo asegurarme de que esta historia se conserve hasta el último minuto de mi existencia. ¿Qué si alguien la ha leído? No, nadie, jamás. Y es que esta es una historia que jamás debe contarse.

Cada vez que reescribo la historia, para asegurarme de no olvidarla, me encargo personalmente de quemar uno a uno los papeles y desaparecer las cenizas; nadie que no sea yo debe conocer esta historia.
❝ I've been sending poems with my love for you; Nothing has been heard from you yet.

Maybe you'll reach what I'm sending to you a pile of poems with my love for you. Even though I can't see you anymore, I felt I could see you again but you've gone again.

I've been sending poems with my love for you; Nothing has been heard from you yet.❞


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