— Si, no te preocupes. — Respondió con una sonrisa. Sabia que contaba con la ayuda de su amigo, pero no era algo tan importante, así que no quería molestarlo. — Ahora podemos seguir juntos. — Comentó como si nada, para él era muy fácil demostrar sus sentimientos y más cuando se trataba de un amigo tan querido como Killua.

— ¿Uh? — Le tomó por sorpresa y, como era de esperarse, sus reproches no tardaron en hacer acto de presencia, al igual que una pequeña vena que resaltaba sobre su cabeza. — Idioota, debiste avisarme, pude haber ayudado. — Suspiró, continuando en un tono más tranquilo. — Qué hacerle, siempre y cuando te hayas encargado del asunto.

El sonido de una voz familiar le provocó una reacción inmediata. Su gesto, que con anterioridad denotaba cierto desinterés, cobró una enorme sonrisa al vislumbrar a la persona que se aproximaba a su encuentro. — ¡Ah, Gon! — Le recibió chocando su mano con la del contrario en aquel emblemático saludo amistoso que solían ejecutar. — ¿En dónde te habías metido? Te estuve buscando por todas partes.