—Kagami era tan diferente del resto de sus amigas; ella era realmente especial y única. En ese momento estuvo felizmente agradecida de poder haberse tomado el tiempo de conocerla y tratarla. Cuando escuchó la voz de su amiga tartamudear fue ella quien se apenó mucho y la soltó con un movimiento exagerado para después llevar una mano a su nuca y sonreír completamente apenada de hecho el rubor en sus propias mejillas era notorio; sabía que a Kagami no le gustaban, o mejor dicho, no estaba acostumbrada a ese tipo de demostraciones—

Ajaja l-lo siento, me emocioné y... Y jajajaja yo-yo pienso que haces un excelente t-trabajo. —Y ya volvía a ser ella, esos tartamudeos y torpeza natural en Marinette, pero aunque estuviese apenada se veía feliz— ¿Has tomado clases de dibujo?

Kagami estaba esperando, había algo que Marinette estaba haciendo, no sabía, solo mirando aún sin decir nada. No pensaba que haría una inspección detallada para así decidirse a dar su opinión, sabía que la dama no era de ese estilo, pero su silencio la estaba inquietando. La chica borró su sonrisa y temiendo algo quiso girarse, pero sintió entonces el abrazo de la peli azulada, no fue un abrazo fuerte ni se movía tanto como en otros momentos, únicamente un abrazo sencillo, cálido y agradable.

— D-De nada...

Kagami tartamudeo un poco, carraspeó y luego volvió a decir lo anterior con más firmeza, había algo, no sabía por qué, su corazón había comenzado a latir con fuerza, estaba feliz de que le gustara su dibujo.

(…) Que se sintió agradecida y sin pensarlo demasiado le dió a la nipona un abrazo, pero no uno efusivo como se esperaría de ella. Éste fue más un abrazo cálido y reconfortante; estaba agradecida de la forma en que Kagami la veía—

Kagami... Eres realmente una artista. Gracias por dejarme ver tus dibujos.

—Marinette estaba absorta en los bocetos de Kagami, realmente eran algo extraordinario. Aunque estuviesen en blanco y negro las sombras que le había dado a ciertas partes del dibujo estaban bien planeados. Hacía un tiempo, no se habría imaginado que ellas dos pudieran ser amigas, siendo tan diferentes una de la otra. Pero pronto se descubrió pasando tiempo con ella e incluso buscando la manera de que ella se divirtiera en los tiempos libres que tenía, se habían vuelto buenas amigas y eso le agradaba mucho a Marinette, sentirse amiga de una chica como Kagami. ¿Eso que había visto de reojo era una sonrisa? ¡Había echo sonreír a Kagami! Los dedos de su amiga poco a poco giraron la página dejando ver esta vez un dibujo de ella de cuerpo completo, coloreado únicamente por la parte superior, el resto seguía siendo blanco y negro. Pero los colores eran perfectos, había capturado todo de ella; el color de sus ojos, su cabello... Todo. Sintió que Kagami le estaba mostrando algo tan personal (…)

La mayoría de los dibujos que ella hacia eran a blanco y negro, no había tenido la suficiente inspiración, como que algo le faltaba para experimentar con colores o algo similar. Marinette, oh, Marinette, eran casi que todos los colores que podría tener en su vida, algo diferente y muy agradable. Kagami sonrió, quizás podría enseñarle una de sus otras hojas sin sentirse avergonzada, ella delicadamente paso de página, mostrándole así un único dibujo cuerpo completo que había hecho de la chica, este no estaba completo, estaba coloreado únicamente hasta la mitad de su torso, estaba en esa típica sonrisa medio tonta que a veces tenía y parecía estar saludando. Aún no podía capturar bien el color de sus pómulos, pero el resto de su rostro estaba cai exactamente del color de la dama.

— Aún no lo termino, no me acostumbro aún al color

—Marinette no quitaba la vista del cuaderno, por lo que en un principio no había notado ese pequeño rubor en las mejillas de su contraria. La página que ella veía tenía varias poses que eran muy típicas de ella, pero uno en especial le había gustado; un boceto de su rostro... ¿Así la veía Kagami en su mente? ¿Así era ella para su amiga? Eso la hizo sentirse feliz por lo que su sonrisa se ensanchó—

Me encantan, son muy buenos. ¡A veces puedo lucir muy graciosa cuando hago esos movimientos! ¡¿Qué?! ¿Qué no eres muy buena? Sí que lo eres, créeme. Son bocetos increíbles.

Le costaba un tanto dibujar sin ver apropiadamente lo que iba a realizar, pero ante ciertas figuras bien podía mantenerlas en su cabeza durante el suficiente tiempo, el que Marinette se cruzara en su camino los últimos días había Sido determinante para la realización de esos dibujos, al momento, tenía 3 páginas dedicadas a ella, varios ángulos, vestimenta y poses divertidas que la había visto haciendo, aunque ella solo estaba viendo la más reciente. Esos ánimos nuevamente, quería saber que tenía de especial, a ella le gustaba mucho, pero su madre decía que no era lo suficientemente buena para hacerlo de forma profesional. Kagami soltó un largo suspiro.

— ¿Te gustan? Gracias, si, lo hago de vez en cuando, a veces cuando las personas no me están mirando, es digamos que una "pasión" oculta. —Habia ocurrido lo mismo que con Adrien, ambos sorprendidos, realmente eran muy parecidos, eso le saco una sonrisa pequeña— Agradezco la admiración, aunque mi madre dice que no soy muy buena, he est

—Sin duda la curiosidad por saber que dibujaba se estaba haciendo más grande, era un talento que desconocía en Kagami. Sabía que era una excelente esgrimista pero aún desconocía que otros talentos podía tener su amiga. Aunque, se veía algo renuente a mostrarle lo que fuera que estaba dibujando, si ella no quería mostrarselo Marinette no la obligaría; pero poco a poco Kagami comenzó a liberar de ese abrazo el cuaderno que tenía contra el pecho y cuando estuvo libre pudo notar aquello que dibujaba: ¡Era ella! Perfectamente detallada en diferentes ángulos y sin querer dejó salir una expresión de genuina felicidad así como de asombro—

¡Woah! Kagami ¡Se ve increíble! ¡No sabía que tuvieras este talento para dibujar! ¡¿Lo haces seguido?! —Ahí estaba esa emoción sin contener que la hacía derramar palabras una tras otra, hasta que se dió cuenta y se calmó un poco— Lo siento, es que estoy sorprendida. Eres grandiosa, Kagami.

El sobresalto de sentir a alguien a sus espaldas le hizo abrazar contra su propio cuerpo el cuaderno que estaba usando para dibujar. Escuchar a Marinette le hizo voltear la mirada un poco, vacilando entre mostrarle o no lo que estaba haciendo, no había razón para negarse, se vería sospechoso sí no lo hacía. La nipona solo fue despegando suavemente el cuaderno, lo dejó hacia el frente para que la peliazul pudiese admirar los distintos bocetos que había estado haciendo de ella, Kagami no dijo nada al respecto, se mantenía con la mirada en sus propios dibujos, con un ligero rubor en sus mejillas.

Kagami ¿Qué dibujas? ¿Puedo ver? —La peliazul sonreía dulce asomándose sobre el hombro de la nipona—