El vértigo le llama a sentir como si escapara por su vida con ese botín a cuestas: un Kirby que se terminó metiendo bajo la playera y que debía sostener por debajo para que no se deslice. Viendo el torbellino de cabello bicolor acercarse a toda velocidad, se detiene en seco, y da una brusca vuelta en la esquina de un Shooting Game, agarrando la pistola (jeje) y apuntando hacia la japonesa, apretando el gatillo ocho veces. Pero claro, es un juego, no tiene munición; ergo, no daña. Así que le arroja el arma a donde sea que le caiga y sigue corriendo hasta perderse de vista en la alberca de pelotas.