Tiene los brazos llenos de peluches, todos los saco ella, está esperando que el chico dorado se rinda. Mientras se llena la boca de palomitas entre risas divertidas. —Ya gastaste todo el cambio que tenía. — refunfuño todavía comiendo, barre el lugar de una mirada volviendo la hacia su buen amigo. Pero simplemente no puede quedarse tranquila, así que termina por empujarle con el hombro en repetidas veces hasta que por último da una patada lateral a la maquina a punto de colapsar por el impacto. —Upsss.... Hahahá—