No podía con emoción. Ya se estaba imaginando a Setsu y a ella, en una cita. ¡Una cita! Tomó su rostro con sus manos, al mismo tiempo que sus mejillas se ruborizaban de tan solo pensar en eso. Sería algo mágico, muy romántico. Nuevamente se había perdido en sus fantasías, ignorando el hecho de que estarían acompañados de Mirmo y obviamente Rima. Pero luego recordó algo.
— Pero...No me creo atreverme a pedírselo. — Toda la emoción que había tenido anteriormente, se había esfumado. ¿Y se negaba? No podía pensar en eso. [/code]
-¿Y eso ha sido todo? Mira que eres simple. – Dijo con los brazos cruzados aunque con una pequeña sonrisa en sus labios, estaba orgulloso de Kaede, no se había ido por la vía rápida que era el camino de la magia, pero darle una manita de vez en cuando no estaba demás. - Oye Kaede, escuche acerca de un museo que parece muy interesante aquí en el mundo de los humanos, habla sobre cefalópodos, pero si voy contigo a solas seguro que no sabes explicarme nada, ¿Qué tal si llevas a Setsu contigo para variar? Dile que es como un favor para mí. – Mirmo ni siquiera le dirigió una mirada a Kaede, no admitiría que aquello solo era para ayudarla y de paso porque también le encantaban los pulpos.
[code]Al escuchar el nombre del chico de sus sueños, sus ojos brillaron de emoción y olvido completamente de porqué se estaba disculpando. Corrió hacia él para contarle su idea, con el típico entusiasmo que la caracterizaba.
— ¡Si! Está vez si pude saludarlo y él me hablo. — Exclamó, recordando el momento. Jamás olvidaría cada palabra que Setsu pronunciaba. Se había quedado soñando despierta. [/code]
-No estoy molesto, solo muy decepcionado [?] El príncipe del reino de los Muglox solía ser muy caprichoso y sumamente arrogante, no hacia demasiado tiempo que había comenzado a vivir en casa de la humana y muy a su pesar le agradaba tenerla cerca, aunque solo un poco. [?] Era asombroso ver lo mucho que se esforzaba a pesar de ser tan tonta. - ¿Qué tal la escuela hoy, Kaede? ¿Te dignaste a hablarle a Setsu por fin?
Había olvidado por completo las choconubes. Una enorme gotita resbalaba desde su cien al ver como buscaba entre sus cosas aquel dulce. — Lo siento Mirmo, lo olvide. — Soltó una risa nerviosa.
— Solo por esta ocasión te voy a perdonar [?] — Tomo la galleta echándosela entera a la boca. — ¿Y mis choconubes? — Se metió a la bolsa de su compañera para esculcar haber si le traía su nuevo tipo de chocolate favorito, uno que no compartía con absolutamente nadie.
