Ser mimado y halagado por Cartman era algo que, aunque no negaría que le gustaba, le asustaba de sobremanera, esto no era normal y ahora temía que su pareja estuviera en una clase de lavado de cerebro, embrujo o cualquier otra cosa. Oírlo reír torpemente hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal, no precisamente por gusto, sino entre una mezcla de preocupación y terror. ¿Qué mierda estaba pasando?

Frunció el ceño, pero no de la manera en que siempre lo hacía, sino con una cara consternada de por medio, esto se le estaba saliendo de las manos. —¿Cartman? ¿Te encuentras bien?—