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Aún cuando se dejó abrazar, volteó su rostro hacia el lado opuesto de donde estaba el contrario, utilizando algunas de sus largas colas como una barrera entre ellos. — No, hiciste que me preocupara innecesariamente. —

— Grrh... Pervertido. — Cruzada de brazos se mantenía dándole la espalda, aun estaba molesta y avergonzada por lo ocurrido.

Soltó un suspiro, un tanto resignada a que él no cambiaría de idea. — Eres simplemente imposible de tratar... —

Flexiona un poco su brazo derecho, para al momento de hacer con este un movimiento hacia atrás, asegurarse de que su codo golpee, sin demasiada fuerza, el estomago del guerrero. — No soy tu prometida. —

— Eres muy extraño, Kazehaya. — Aún cuando lo consideraba un poco raro, sentía cierto cariño por yokai, de allí que le permitiera continuar abrazandola.

Se relajo, tan solo un poco, con el abrazo, apartándo sus manos para girar su rostro en dirección a él. — ¿Eso a que viene? —

Cubrió su rostro con ambas manos, ocultando así el leve color que invadió sus mejillas y aprovechando para gruñir levemente. — No sé porqué pregunté...

— ¿Por qué estás enojado?... No te hice nada. — Está a nada de comenzar a hacer pucheros, no le gusta se molesten con ella.

Escucho con atención y en silencio las razones del yokai, esperando a que terminará antes de responder. — ¿Esas te parecen razones suficientes? — Alzó su rostro unos pocos grados, asegurándose de observar el único ojo de él. Obviamente aquellas no eran razones suficientemente válidas para la kitsune. — No me interesa ser una reina, ni nada parecido. Me gusta mi vida tranquila. ¿Amor a primera vista? Jah, eso no es amor, quizás atracción. No me conoces, no sabes de mi. Y por último, ¿Cómo sabes que está apariencia que ves no es mas que una ilusión? ¿Acaso debo de recordarte lo que nos identifica a los zorros? — Agitó sus múltiples colas, moviendolas en diferentes direcciones. — Engañar es nuestra especialidad. —