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﹥Kᴀʟᴇᴅ / Tʜʀᴇᴇ ғᴀᴄᴇs ғᴏx

Había pasado aproximadamente una semana desde que había llegado ahí. Todo el camino hasta ese lugar había sido en completo silencio junto a quien actualmente era su cuidador: Kaled, quien estaba a cargo de asegurarla y mantenerla lejos de cualquier peligro o situación que atentara contra su vida luego del caótico encuentro que había tenido con Jules, en el cual estuvo a punto de perecer.
No entendía del todo porqué debía permanecer aislada de todo, en ese Templo tan lejano a todo y cercano a su vez, cercano a nada. {...}
 
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Las instrucciones eran claras, resguardarla en un lugar seguro, fuera de todo peligro que pudiese amenazarla y asegurarse de que su integridad física –aunque no recordaba si también la mental- se mantuviese intacta, pues más adelante sería requerida para cosas que no se le dieron a conocer, pero que requerían que estuviese en optimas condiciones. En su razonamiento, que tal vez no era el mejor puesto que la personalidad más hostil era la que había imperado aquella primera semana, encerrar a la niña en un cuarto era la mejor manera de mantenerla a salvo y lejos de cualquier cosa que le generase un problema, cada día era visitada por una mujer humana para alimentarla y ayudarla con el aseo personal y todo eso que podía llegar necesitar, era mucho más fácil así para el zorro, pero al termino de aquella semana, algo en su consciencia se removía, muy a pesar de que su mal humor imperaba -Que salga…- Fue la indicación que dio a la fémina que le ayudaba con ella.
 
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