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﹥Kᴀʟᴇᴅ / Tʜʀᴇᴇ ғᴀᴄᴇs ғᴏx

Había pasado aproximadamente una semana desde que había llegado ahí. Todo el camino hasta ese lugar había sido en completo silencio junto a quien actualmente era su cuidador: Kaled, quien estaba a cargo de asegurarla y mantenerla lejos de cualquier peligro o situación que atentara contra su vida luego del caótico encuentro que había tenido con Jules, en el cual estuvo a punto de perecer.
No entendía del todo porqué debía permanecer aislada de todo, en ese Templo tan lejano a todo y cercano a su vez, cercano a nada. {...}
 
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peces, pero en realidad no, sólo era su mal humor -Toma, cámbiate- Indicó, dejando caer a su lado un cambio de ropa, un kimono sencillo que había conseguido en un pueblo cercano, junto con un par de zapatos cerrados de color negro.

-Y apresúrate, saldremos-
Con sus personalidades hechas un caos, no era raro que cada cierto tiempo hubiese un cambio entre estas y dado que esto estaba cerca, su agresividad estaba siendo sustituida por un mal genio más tolerante y hasta comprensivo, entendía ya, en ese punto, que mantenerla encerrada era algo sumamente cruel y su trabajo, a final de cuentas, era cuidarla y resguardarla, no mantenerla prisionera. Con paso lento, se acercaba hasta la joven de cabellos azulados, la había observado salir desde el resguardo que la vegetación que rodeaba el templo le daba, era curiosa la forma en que se maravillaba con todo lo que le rodeaba, como si no conociera el mundo en el que estaba parada ¿De donde vendría? Su apariencia no le daban demasiadas pistas, pero no le interesaba del todo como para indagar, al menos no todavía –Te van a arrancar un dedo, enana- Dijo hoscamente, con el ceño fruncido, como si estuviera molesto de que tocara a los {...}
Las instrucciones eran claras, resguardarla en un lugar seguro, fuera de todo peligro que pudiese amenazarla y asegurarse de que su integridad física –aunque no recordaba si también la mental- se mantuviese intacta, pues más adelante sería requerida para cosas que no se le dieron a conocer, pero que requerían que estuviese en optimas condiciones. En su razonamiento, que tal vez no era el mejor puesto que la personalidad más hostil era la que había imperado aquella primera semana, encerrar a la niña en un cuarto era la mejor manera de mantenerla a salvo y lejos de cualquier cosa que le generase un problema, cada día era visitada por una mujer humana para alimentarla y ayudarla con el aseo personal y todo eso que podía llegar necesitar, era mucho más fácil así para el zorro, pero al termino de aquella semana, algo en su consciencia se removía, muy a pesar de que su mal humor imperaba -Que salga…- Fue la indicación que dio a la fémina que le ayudaba con ella.
Como mercenario, no era raro que hiciera todo tipo de trabajos, mientras le pagaran, para Kaled daba igual de que se tratase, sin embargo había algo que no le gustaba del todo hacer y que por suerte pocas veces le había tocado: hacer de cuidador o guardaespaldas para alguien, la convivencia constante con una persona le era en si bastante difícil de tolerar y ni que decir que la persona a la que cuidase le tuviera la paciencia suficiente como para no ganarse una buena mordida por parte del zorro, si no es que algo peor. Más para aquella contratación su suerte estaba ausente, pues precisamente alguien le había contratado para cuidar a una joven de lo más extraña, al menos a la vista del complicado albino, no era mucho de preguntar sobre sus “objetivos” más allá de lo que necesitase saber, todo lo demás le daba tan igual que apenas si se había dignado a decirle su nombre a la chica que vigilaría y ni siquiera se tomó la molestia de preguntarle el suyo. {...}
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si misma con el rostro en dirección al sol, dejándose cubrir por su calor en totalidad. -Por fin...-suspiró para si misma en un remanso de paz total, sonriente y emocionada por ello. Siquiera se había preguntado el por qué de su permiso, o donde estaría aquel hombre del cual apenas conocía su nombre.
"Kaled" Era lo único que él le había dirigido, además del motivo por el cual ella estaría ahí por encargo de Jules.
Al abrir los ojos se colmó de la gran diversidad de colores, el agradable canto de las aves y el correr del agua que sin duda, alimentaba su alma con más de esa serenidad que a puerta cerrada en su habitación, no podía disfrutar de esa manera. Así, se encaminó hacía el estanque de peces Koi ¡Eran enormes! Y tan coloridos como hermosos; no dudó en inclinarse para sentir en agua en su mano, observar su reflejo en el agua clara y también, encontrarse a si misma luego de tanto... Estaba viva después de todo.
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Cada noche al ver la luna por la única pequeña ventana que había en su habitación, se encontraba con más preguntas para si misma, con recuerdos de lo vivido a lo largo de estadía en Terra y también, aquello que había dejado atrás al salir de Phyron, su mundo natal.

Sin embargo, ese día era diferente; por fin había podido salir luego de que una mujer del servicio le anunciara su permiso para salir y poder ver la luz del día a plenitud y no por esa misma ventana que ya se había convertido en el vertedero de sus anhelos, en su única compañía y tormento.
No lo dudó, salió enseguida a pasos rápidos que resonaron por la madera del piso hasta llegar a los adoquines de piedra que pudo sentir bajo sus pies descalzos, dándole una agradable sensación que aunque era simple, en ese momento se volvía maravillosa luego de tantos días en encierro.
Respiró hondo, llenado sus pulmones hasta el cansancio, hinchando su menudo pecho con ello mientras extendía sus brazos a los costados de {...}

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