- ¿Pad-dr-dres?... ¿Pel-lic-cul-las? P-per-ro... Ma-mar-mari... ¡Pummm! Y... Q-qued-do... A-ahí, N-No... P-pel-lic-cul-la -Nuevamente negó y describió al mismo tiempo que cruzaron la puerta del restaurante y tomaron asiento en una de las mesas.- - ¡W-waf-f-fl-les, w-waf-f-fl-les! -Dijo olvidándose del asunto por un momento y señaló una imagen de la carta: Un par de waffles con mermelada de fresa y trozos de fruta, además de un vaso con leche, la mesera anotó el pedido y se retiró dejándolos solos.-

- G-Gr-grac-cias... -Dijo la menor con ese distinguido tartamudear y lenguaje limitado.- - Y-Yo... I-iré... C-co-on... M-m-mari... -Señaló el techo su pequeño dedo, simulando y/o refiriéndose al cielo, quizá un deseo de muerte o reencuentro.-

—¿Eh? —La expresión de Jun se congeló como una piedra—. Tú...¿Tus padres te dejan ver muchas películas? Deberían ser más atentos con la clasificación, no es bueno que tan joven te nutras de cosas tan feas.

Aquellos comentarios le perturbaron un poco pero la costumbre del día a día y su normalidad eran una barrera que impedían que Jun sospeche más allá de predecibles suposiciones. Aunque no era alguien cuyo origen fuese una cuna "normal" trabajó por meses por separar su profesión de su tiempo de ocio.

Pero las palabras eran peligrosas y pronto Jun dejaría volar su imaginación para advertir que quizá esta niña no era tan normal como aparentaba. Llegaron al restaurante de Waffles y Jun entró con ella, siendo recibidos por una mesera que los condujo a una mesa en una esquina.

—¿Qué deseas comer? Pide lo que quieras —Volvió a sonreír de forma gentil—. Yo quiero un Cappucino sin azucar. Oh, y una Crepa de chocolate.

- ¿Ob-bed-dec-cer? -Negó instantáneamente alzando su vista al muchacho.- -¡Oh, no, N-No! Ell-llos malos... M-muy malos. E-ll-llos... M-mat-tar a.. a... C-ch-chi- chic-os... G-gran-grand-es y ... Ni-ños... -Explicó acordé su limitado lenguaje le permite, dando una pequeña reseña de lo que había visto y ha Sido testigo, asimismo continúo.-

- Mari... ¡Pumm! -Habiendo soltado la mano del joven, alzó su manita y la golpeó contra su pequeña palma simulando un golpe, o bien, el suicidio de aquella niña que acababa de nombrar, esperando que el joven entienda lo que ella desea proyectar/explicar.-

Y-Yo... M-me... I-ire... -Añadió mientras estiró su mano delineando una dirección recta y lejana.- -M-muy... Lejos... -Concluyó una vez que llegaron al restaurante, mismo que yace su abierto y en pleno servicio.- - ¡S-Si... W-waf-f-fl-les!

—Sí, ¡Waffles! Los amarás, ya verás —Exclamó asintiendo varias veces. El comportamiento de la niña le parecía un poco extraño pero rápidamente se convenció de que se trataba de la simple timidez infantil. —Muy bien, mi compañera de Waffles, ¿Cómo te llamas?

El sol ya se había puesto y los postes de luz se encendía uno a uno como pequeñas esferas disipando la oscuridad de la plaza. La cantidad de personas era cada vez menor y él empezaba a preguntarse si acaso no había algo extraño en el aire.

—Mi nombre es Jun. Jun, solo Jun. Significa "Hombre obediente". Toda mi vida he seguido las órdenes que me han dado, así que me ha ido un poco bien. Aunque actualmente soy un poco rebelde ¿sabes? Pero tú no debes ser así, tienes que hacerle caso a tus profesores y hacer tu tarea. Comer tus verduras y... (Creo que esto último ni yo lo hacía)

Conversó y conversó, tratando de conseguir que la pequeña niña se sintiera en mayor confianza.

- ¿W-waf-f-fl-les? S-Si... Y-Yo... W-waf-f-fl-les.... -Asintió nuevamente con aquella notoria tartamudez, incluso su semblante cambio repentinamente. Ahora sujetando la.mano del muchacho con mayor fuerza, pero al mismo tiempo volteó a su alrededor para percatarse que nadie más la vea y menos aún le siga el paso.-

-V-Vam-mos.... -Emprendió en ir con aquel joven que causó gran confianza en ella, indudablemente podía ser fácilmente manipulada con un pequeño detalle, siendo una posible presa fácil, afortunadamente éste no es el caso. Así mismo, caminó a prisa junto al muchacho, levemente sonriendo aunque manteniendo su mirada cabizbaja y oculta con su ondulado cabello.-

—¡Oh! Con calma calma, está bien —Era claro que aquella niña pasaba por algo muy difícil que no podía contar.

Jun suspiró frotando su cuello y pensando en por qué clase de cosas debe pasar una niña de...¿10 años? No, incluso parecía más joven. Aunque de inmediato sintió el sabor de la ironía en su paladar. Él también había tenido esa misma expresión. Recuerdos dolorosos de un lugar al que no quería volver.

—Tus padres pueden esperar ¿No crees? ¿Quieres comer waffles? Conozco un lugar donde te lo sirvan con extra aderezo. ¡Vamos! Yo invito, pequeña —Sonrió ampliamente sin soltar su mano y agachándose hasta estar de la misma altura—. ¿Qué dices? ¿Te apuntas? Uh~ Hace frío de repente. Busquemos un refugio. ¡Los wafflerefugios!

- N-no... y-Yo solo... -Apretó la mano del joven casi a punto de romper en llanto.- -Ellas.. Y-Yo... No puedo... -Mencionó casi en tartamudeo deseando irse lo más pronto posible lejos de aquel lugar.-

-Sapphire permaneció junto al joven con aquel semblante decaído, mientras arriba en el cielo se iba nublando y el viento soplaba más gélido.-

—¿Pequeña?

Se acercó hasta la niña y se inclinó apoyando sus manos sobre sus propias rodillas.

—¿Estas perdida? Si es así puedo ayudarte a encontrarlos. No puedo dejar a una niña sola a estas horas. Calma calma...Esta bien, lo entiendo. Estás asustada. Es normal, yo también solía entrar en pánico cuando no veía a mis papás...Aunque ellos me dejaban adrede.

Esto último lo musitó. Extendió su mano con gran confianza, sacando sus propias conclusiones e ignorando cualquier otra posibilidad sobre el por qué la niña estaría tartamudeando.

-Diversas interrogantes emergieron de aquel joven azabache, mientras Sapphire simplemente apreciaba con su mirada el cigarrillo que expende humo oscuro y tóxico para las vías respiratorias. Al principio no deseó responder, pero al último, por instinto própio de los modales aprendidos, acotó en hablar.- - Sapphire... -Diría mientras veía el cigarrillo en el piso, completamente inservible a lo que tenía planeado hacer con él.- -Y-yo... un ...uno... -Señaló mientras intenta hablar con claridad sin poder lograrlo a la segunda vez que entabla algunas palabras, todo eso es debido a su inestable y dificultoso tartamudeo, própio de aquel diagnóstico que padece.-

—¡¿Eh?! ¿Quién? —El celular casi se resbalaba de su mano y sin querer, su pulgar se deslizó varias veces sobre el botón de la cámara tomando varias fotos borrosas—. ¿Uh? Una...¿niña?

Su expresión estaba llena de confusión, eran aproximadamente las seis y media. ¿Qué hacía esta niña aquí? Le tomó por sorpresa y empezó a conectar cada pensamiento uno por uno.

Primero.

—Lo siento...Eres muy joven para fumar (¿Soy el indicado para decir esto?) Además sabe feo, muy feo. Es como echar granos de café en tu lengua y saborearlo —Apostó por una analogía simple e infantil—. No te gustará nada.

Segundo. Echó vistazo hacia sus alrededores en busca de algún policía.

—¿Dónde están tus padres? Es peligroso que estés sola a estas horas.

Tercero. Tiró el cigarro al suelo y lo piso para asegurarse de apagarlo.

—Vaya, ¿Tienes un nombre?