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Julesclairt01 · M
****, un adolescente todavía, había regresado apenas de sus andanzas nocturnas habituales, pues era un amante del bosque y la soledad; pero, en vez de encontrar la quietud de los durmientes, frente a él se desenvolvía una escena horrísona, donde los aldeanos, sus amigos, los viejos del pueblo, caían sin remedio ante la furia de los asaltantes, que lo mismo segaban vidas que robaban bienes. **** sintió su sangre hervir tras la espantosa sensación que lo dejó helado y en su sitio, al contemplar el atroz espectáculo; su mano se cerró alrededor de la katana que había tomado a escondidas del altar elevado a sus ancestros, pues, en sus prácticas nocturnas, entrenaba para estar a la altura de su abuelo, un notorio espadachín que había servido al mismísimo Emperador; sin pensarlo, llevado por la furia, **** se arrojó a la vorágine, sin importarle quién o qué intentara atajar su carrera.
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