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AC1555631 · F
Sus ojos cristalinos no se apartaban del rostro masculino; era tanto el calor que sentía correr por su rostro que tenía la mirada empañada y las orejas tibias. Una vez pudo liberar las manos de su amado y estas se encargaron de sus cumbres, la fémina se llevó el índice a la boca para así morder su falange proximal y callar los suaves jadeos que él le provocaba.
La respuesta a su confesión no llegó pues fue interrumpida por la suavidad de la lengua ajena que acostaba la piel de su cuello. — Mh. — Sus piernas se afianzaron más a la cintura ajena sin importarle ya que el camisón de seda se deslizara y descubriera sus muslos; no había espacio para el decoro en la intimidad de la alcoba y, sinceramente, cualquier cosa que impidiera sentirlo piel con piel era totalmente prescindible.
La respuesta a su confesión no llegó pues fue interrumpida por la suavidad de la lengua ajena que acostaba la piel de su cuello. — Mh. — Sus piernas se afianzaron más a la cintura ajena sin importarle ya que el camisón de seda se deslizara y descubriera sus muslos; no había espacio para el decoro en la intimidad de la alcoba y, sinceramente, cualquier cosa que impidiera sentirlo piel con piel era totalmente prescindible.
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