[code]Calló, tan solo para tomar aire y exhalar un suspiro que tenía algo de nostalgia, pero era más como el preámbulo a un anuncio importante, cual si Jules tomara fuerzas; sus párpados cayeron por un instante, previo a buscar nuevamente los ojos de Ariadnae con los suyos y continuar. Su mano acompañó el cierre de su frase al virar y, con la palma, acunar el costado del rostro ajeno. —Imagino que todo esto es demasiado para ti. Sin embargo, esperaré; como te he esperado a través de los siglos, sin dejar de amarte. Y si, al final, no soy yo quien puede devolverte la alegría, te dejaré ir; pero no sin antes hacer todo lo que esté en mis manos por lograrlo. Te amo, Ariadnae.[/code]

[code]Al tratarse de la mujer que amaba, Jules la conocía bien, sabía leerla y entenderla; de ahí que pudiese casi oír sus pensamientos al ver su expresión, y lo que halló terminó por opacar su mirada. Había duda, había reticencia; pero sobre todo un abandono que jamás había encontrado en los ojos de Ariadne, una ausencia que no podía explicarse del todo; ¿sería el resultado de haber sido arrebatada al Tártaro? Pero Jules no era un hombre que se rindiera, aún en las más adversas circunstancias; de modo que su mano siguió el rumbo, terminando por acariciar la mejilla de Ariadnae cual si tocase una frágil obra maestra. A pesar de todo, mantuvo la compostura: su voz no se quebró, permaneció tan afectuosa como antes. —No. Te perdí una vez... No sucederá de nuevo.[/code]

Aún no podía creerlo, había pasado tanto tiempo y a la vez tan poco. Lo que para ella significó un suspiro, en la vida mortal eran siglos y siglos de evolución. Aún se encontraba confundida y cansada e incluso no sabía qué sentir por el hombre frente a ella. Le molestaba un poco que no hubiera seguido su vida, que no se encontrara casado y feliz; le molestaba incluso pensar en el contacto físico pues aún distaba de sentir ese cuerpo como propio. ¿Debería dejar que la tocara? La cálida sensación de sus mejillas anunció la memoria del cuerpo, mucho mejor que la del alma. Se quedó quieta, invitando a que siguiera pero con todo ese maremoto de pensamientos en la cabeza. — ¿No? — Cuestionó como si no le creyera aunque, en realidad, ella quisiera irse de ahí, volver a las sombras.

[code]La mirada de Jules se ensombreció por un momento. La mera idea de perder nuevamente a Ariadnae revolvía sus más profundos miedos; sin embargo, el tenerla frente a él, sentirla cerca, poder gozar una vez más de su presencia; todo aquello lograba hacerlo sonreír de manera inconsciente y mitigar sus temores. Pronto, sus ojos volvieron a resplandecer con el brillo que solo aquella mujer podía causar. —No dejaré que te vayas de nuevo... —Susurró, e hizo el amago de tocar la mejilla ajena con su mano, aunque se detuvo para observar cómo reaccionaría la chica.[/code]

— También creí que en algún punto de la noche moriría de nuevo. Se siente bien descansar. — Sus comisuras se curvaron ligeramente, esa no era su cama ni su casa. Todo estaba tan diferente y parecía de otra época; empero, con Jules ahí, el lugar le sabía a hogar.

[code]—Sí. Quería asegurarme de que seguirías aquí cuando despertara... Nunca me cansaría de observar tu rostro.[/code]

— Hm... ¿Me miraste toda la noche?