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esto es lo mejor
About Me
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Las palabras lastiman, traen heridas, son heridas invisibles, traen dolor en el alma, pueden pasar los años y esas palabras que no se van, nos traen depresión, nos enferman en el cuerpo. Hay gente que va al médico por un problema físico, pero detrás de eso hay palabras que lastimaron, te desprestigiaron, te insultaron y hay multiplicidad de dolencias.
Cada vez hay más, por ejemplo, violencia en el colegio, el acoso escolar, el mobbing, hay bullying, hay acosos en el trabajo, hay ciber-acoso, se llaman sexting agarran una foto y te pueden acosar por internet. Hay chicos que se han suicidado, que se han deprimido por el acoso en el colegio, en el trabajo. Hay acoso de parejas, hay acosos inmobiliarios, gente que te presiona para sacarte la casa. La violencia está creciendo cada vez más. Y la persona maltratadora tiene solamente un objetivo, mostrarte que tiene poder sobre tu vida.
Las personas que insultan, descalifican, ofenden, controlan, mienten, chismosean, acusan, te infaman, etc., tienen solamente un objetivo, al agredirte quieren mostrarte que tienen poder sobre tu vida. Ahora, cuando la persona te agrede, te insulta, se burla, etc., quiere mostrarte que tiene poder sobre tu vida. ¿Cómo sabe el maltratador si lo tiene? Va mirando nuestra reacción, de acuerdo a la reacción que tenemos va a confirmar si logró o no su objetivo de tener poder.
Hay dos maneras de responder, una pasiva y otra agresiva. Con cualquiera de las dos maneras la persona que te maltrató salió ganando, logró su objetivo. ¿Cuál es la manera pasiva? Por ejemplo, tragarse la bronca. Nos han insultado y nos callamos y por dentro estamos mal. Tragar broncas, llorar por un insulto, tener ansiedad, volvernos dóciles, obedecer al que más nos maltrata, tratar de agradar al que nos maltrata o mandársela a guardar como pasivo-agresivo, en cualquiera de estos caminos el maltratador logró su objetivo de confirmar que tuvo poder sobre nosotros.
Pero también está el que explota. Cuando un maltratador te insulta, se burla e insultás, te burlás, gritás, criticás, demandás, amenazás, aunque aparezca el enfrentamiento aun físico, el maltratador dice, te gané, tengo poder sobre tu vida, porque el maltratador tiene el objetivo de mostrarte que tiene poder sobre vos.
¿Por qué el maltrato duele tanto? Porque es sorpresivo, no te lo esperás. Entré el otro día en una librería y estaba el libro que escribí. Y pregunté si se vendía y me dijo, no se vende nada y dígale a la editorial que lo ofrezco y no lo quiere nadie. No me esperaba eso. No te lo esperás. El abuso es inesperado y el abusador, el maltratador te va a decir algo que te duele, algo que te molesta, algo que te ofende, algo que te da bronca y es un momento que no te lo esperás. Y si tragás bronca o explotás o gritás, perdiste, porque el maltratador logró el objetivo, tengo poder sobre vos y los hijos de Dios sabemos que el único que tiene poder sobre nosotros es el rey de la gloria, nuestro Señor Jesucristo, a él le pertenecemos, de él venimos, nos salvamos en él, él tiene poder.
El maltratador es un nene lastimado, un nene que llora, una nena que llora, que está escondido detrás de toda esa violencia, de toda esa lengua, de todo ese maltrato. Hay un nene desprotegido llorando inseguro, una nena que llora, pero el maltratador va a hacer que mordamos con algo que nos duela. El maltratador nos va a tratar de ofender, va a tratar de burlarse, nos va a criticar.
Como esa mujer que llega a un lugar y critica. Llega al almacén y dice, qué almacén feo, sale de ahí, empieza a caminar dice, este barrio huele feo, llega a la casa de la amiga y dice, no sé por qué la tengo de amiga, acá también huele feo. Cuando llega a la casa se mira los zapatos y había pisado materia fecal. Así le pasa al maltratador, lleva su propia bronca. El maltratador no es personal. Cuando alguien nos agrede, nos insulta, no es personal. La gente maltratadora no te elije, aunque te puedan elegir. En el fondo lo único que quieren es lograr mostrarnos que tienen poder sobre nosotros, que nos pueden controlar.
Jesús dice, bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Ser un pacificador no es ser un tonto, un felpudo, que te maltratan, que te insultan. No, el pacificador es alguien que tiene cuatro características.
Primera, los pacificadores no se enganchan. Te maltratan, te insultan, se burlan pero no te enganchás. Quiere decir que vas a usar una frase para poner un límite al maltrato de palabra. Por ejemplo, te dicen, acercate tonto. Le decís, no me hables así, no me gusta. La otra persona se burla y dice, se te fue la testosterona. Y le respondés, no me hables así, no me gusta. Se vuelve a burlar y le decís, hablamos otro día, chau. Eso es lo que hay que hacer.
No me gusta que hables así. Aprender a poner límites, no me gusta que hables así. Tenés que tener una frase guardada. Ayer con mi hija practicamos, yo me burlaba y me decía, no me hables así, no me gusta. Te doy un consejo, enseñales a tus hijos una frase, que la tengan guardada para que no necesiten pelearse, ni gritar, ni empujar, ni guardarse la bronca, sino aprender a poner límites. No somos un felpudo.
Cuando Jesús dijo, si te pegan en una mejilla, poné la otra, también dijo, habéis oído, ojo por ojo, la ley de la venganza. Por eso, poner la otra mejilla quiere decir, no te vengues, porque cuando a Jesús el soldado romano le pegó, le dijo, si he hecho mal, dímelo y si no, ¿por qué me pegas? No puso la otra mejilla, porque lo que tenemos que hacer frente al maltrato es poner un límite, es tener una frase ya guardada, porque te pegan cuando no lo esperás.
Decir, no me hables así, es una frase y si la persona sigue hablando, tengo otra frase que la uso mucho, muchas gracias, lo voy a tener en cuenta. Y hay otras, lo que decís es muy interesante, lo voy a reflexionar y sacás para anotar, como que anotás lo que te dijo y la persona está pensando que anotás eso, pero anotás otra cosa. O aprender a decir no, por ejemplo, querés droga, no, querés sexo, no, querés divorciarte no, aprender a decir que no.
Tenés una frase guardada y ponés límites, no me gusta que hables así o posponerlo, lo hablamos después, lo dejamos para después o lo hablamos mañana, ahora no quiero hablar. Aprender a poner límites es la manera que tenemos de curarnos. A veces tenemos que hacer oídos sordos, ignorar. A mí me enseñó un productor de televisión algo que sabemos todos. Cuando alguien desconocido quiere hacerse famoso inventa un amorío con un famoso o un ataque, porque el que está arriba en rating si le responde, el que está abajo sube, se hace famoso, pero el que está arriba baja. Entonces, cuando alguien te maltrata es porque tenés rating y quiere que le respondas y muchas veces hay que hacer oídos sordos.
Como ese sabio que iba caminando y lo empezaron a insultar. El chico que estaba al lado le dijo, te están insultando, te están humillando, hacé algo. Y le dijo, si te dan un regalo y no lo aceptás ¿a quién le queda? A veces hay que hacer oídos sordos, hay que parar y decir, así no me hables, así no, o no me interesa, o basta o irse, pero aprender a poner límites. La gente pacificadora no tragamos bronca y después explotamos, ni andamos a los gritos, a los insultos, sino que aprendemos a poner límites, a usar palabras de freno, porque hay un propósito grande de Dios para nosotros.
Primero: la gente que es pacificadora no se engancha.
Segundo: los pacificadores disfrutamos. A veces lo que hay que hacer es reírnos. Te insultan, reíte. Te dicen, se te está cayendo el pelo, decí, no, me está creciendo la cara, o te dicen cuatro ojos, no, tengo rayos x. No te combina la ropa, es que el glamur me persigue pero no me dejo atrapar, una pavada así, lo importante es que no te enganches. Si se burlan de vos, no hay nada más poderoso que te burles mucho más para mostrarle que no tiene poder sobre vos. Te dicen, estás embarazada, sí, voy a parir a Freddo y a MacDonalds, te vas a reír.
Me contaba Martín Russo, que está dando shows en los cruceros, que hay una morgue por si se muere alguien, lo mandan en cajón. Y subió una pareja de ancianos y a las tres horas el hombre se murió y el capitán le dijo, señora, en tres horas la llevamos a tierra. Y la esposa dijo, no, yo pagué siete días. Ustedes me retienen al hombre en el cajón. Pagué siete días, ya me amargó en vida, no me va a amargar en muerte. E hizo los siete días con el cajón en la morgue.
La gente de fe somos gente divertida. Reíte, disfrutá de las cosas. Me contó un productor que se casó y la suegra le hizo la vida imposible. Se muere la suegra, el hombre estaba el velatorio y viene una mujer. Le dice a la esposa, nena, la que está ahí no es tu mamá, es tu abuela, yo soy tu mamá. La chica se pone a llorar y el hombre dice, se me murió una suegra y ya me apareció otra.
Lo importante es disfrutar. Me contaba una mujer de Córdoba que tiene agencia de viajes, Bernardo, se quedan viudas las mujeres, se arreglan, se peinan, sacan la plata, invitan a todas, se van al Caribe, se gastan toda la plata. Dice, el viejo no me pagaba ni el café, ahora me voy a gastar toda la plata.

Quiero decirte algo, Dios nos ha dado el gozo. No dejes que nadie te robe el gozo del Señor. Alguien se va a burlar de vos, alguien te va a insultar, alguien te va a descalificar, alguien te va a maltratar, alguien te va a calumniar, te va a difamar, pero no dejes que nadie te robe el gozo del Señor, porque el gozo de Dios es la fuerza de Dios dentro de vos. No me engancho, voy a disfrutar.
Tercero. Los pacificadores están decididos a ir por la victoria. Estamos decididos que en este año nos vaya bien, prosperemos, tengamos una familia extraordinaria, terminemos bien los estudios, la cabeza nos funcione.
Fue un hombre al zapatero. Le dice, ¿cómo quiere los zapatos, puntiagudo o triangular? No sé, le dice. Al otro día le pregunta, ¿cómo quiere los zapatos? No sé. Al otro día ¿cómo quiere los zapatos? No sé. Al otro día el zapatero le hizo un zapato puntiagudo y el otro triangular, porque si no decidís otro va a decidir por vos. Por eso decías, a mí me abusan, me controlan, porque no controlás tu propia vida. Pero hoy vamos a decidir que vamos a controlar nuestra vida, que el Señor es nuestro rey y que estamos decididos a que nos vaya bien en todas las áreas de la vida.

De José se burlaron, le dijeron, el soñador y Dios lo hizo ministro de economía. Por cada burla que alguien te haya soltado, Dios te va a dar tierra y te va a promover. A David le dijeron, perro, los hermanos le dijeron, andate a cuidar las pocas ovejas y David terminó siendo rey. Por cada burla, acoso, insulto, difamación, hay un lugar de victoria, hay un ascenso de Dios y hay una promoción en el mundo espiritual, porque Dios ama a su pueblo, lo defiende, lo celebra y lo levanta a grandes lugares.

Andá contando cuantas veces te insultaron, te maltrataron y te