— ¿Lo eres? Me alegra escucharlo, porque pronto tendremos una prueba sobre criaturas mágicas — Le creyó, por supuesto. Abrió el libro, tanto de criaturas como el de pociones, y buscó la lección que repasaron en clases.

Pero detuvo el paseo de hojas al escucharlo. Desvió la mirada del temario y miró a James. Tenía cierto presentimiento; le llevaría horas explicarle sobre pociones si lo que James quería era desviarle la conversación.

— Estoy... bien. Muy bien. — Se giró un poco sobre el asiento, para prestarle atención como era debido. Solo que, antes de seguir hablando, no pudo evitar notar las mejillas extremadamente rojas y acaloradas de James. Lily apretó los labios. Bajó al mano a su mochila y, de entre todo un abanico de libros, sacó un pañuelo de tela blanca.

— Toma, Potter. Parece que corriste por todo Howgarts —

Pocas veces eran las que había visto a Lily sonrojada, pero encontró en ese lindo color carmín la combinación perfecta entre el tono de su pelo y los colores de Gryffindor; se mesó los cabellos, intentando distraerse para no terminar enrojecido también - aunque la carrera que pegó posiblemente lo había dejado ya demasiado enrojecido.

—Sí, claro... Pociones y criaturas mágicas... —Había olvidado el motivo real por el que estaba ahí; aquella no era una cita ni mucho menos, era una reunión de estudio, y no había nada peor para hacer después de una práctica extenuante que estudiar, sin embargo, eso se lo guardó para sí mismo mientras tomaba asiento a un lado de ella. —Aunque... Debo decirte que soy bueno en criaturas mágicas. —Dijo, eborgulleciendose falsamente. Recargó su espalda en el respaldo de la silla y miró a Lily con una sonrisa, quitándose los lentes que estaban empañados tras el calor al correr. —Así que, ¿puedo preguntar primero cómo te encuentras?

— Aquí estás, es lo importante. — Sintió sus mejillas arder por un segundo, aunque adjudicó dicha reacción a su escandalosa risa.

— ¿Estás listo? Repasaremos de pociones y criaturas mágicas. —

Para pasar el tiempo, se ocupó transcribiendo información sobre criaturas mágicas en la libreta. El silencio de la sala acentuó el correr de las manecillas del reloj; el sonido , desde la perspectiva de Evans, martirizaba como las fuertes campanadas de una iglesia.

5 minutos más.

Dio por hecho que Potter olvidó la cita. Lily suspiró algo triste. No se dio cuenta de lo mucho que ansió ese encuentro hasta que decidió irse, pero, cuando estaba cerrando libretas y recogiendo sus bolígrafos, Potter apareció “por arte de magia”. Su corazón se agitó mas intentó disimularlo con el entrecejo fruncido.

— Potter, creí que no llegarías... nunca. — Alzó una ceja. Cayó en cuenta del uniforme que aún llevaba y por ello soltó una risa que no tardó en ser silenciada por otros. {+}

Sus pisadas resonaron por los pasillos mientras avanzaba a toda prisa hasta la biblioteca; profesores y alumnos lo miraban con extrañeza debido a que ni siquiera se había molestado en quitarse el uniforme de Quidditch o las protecciones en el codo y rodillas.

Cuando James al fin cruzó el umbral del sitio la bibliotecaria puso los ojos en blanco, eran pocas las veces que James iba a ese lugar y cuando lo hacía algo que perturbaba el estudio del resto sucedía, pero no esta vez, ahora estaba dispuesto a comportarse lo mejor posible. No siempre tenía una oportunidad de pasar el rato con la pelirroja que lo esperaba ya sentada y con libros enfrente.

—¡Evans! Digo... Evans. —Moderó su tono de voz pese a su euforia. No era el momento de gritar. —Lamento la tardanza, perdí la noción del tiempo.

—¡Voy a tirarte de la escoba!
—No si yo te tiro primero, Canuto.

La práctica ya había culminado pero la diversión cuando James y Sirius se juntaban no se iba jamás, el resto del equipo los miraba desde el campo, riendo y negando con la cabeza mientras aquellos dos se dignaban a bajar y dejar el equipo y los uniformes en su sitio. James empujó a Sirius y Sirius a James, estuvieron a punto de caer ambos de la escoba cuando la voz de Remus se alzó hasta ellos.

—¡James, dijiste que hoy verías a Lily!
<<Fuck>>

Potter descendió con rapidez, haciendo que sus compañeros tuvieran que agachar las cabezas para evitar ser arrasados por la escoba del Gryffindor; ni siquiera bajó para entrar al almacén de escobas, sino que entró volando y saltó en un segundo, haciendo que su escoba aterrizara y se acomodara sola con un movimiento rápido de varita.

Miraba una y otra vez el reloj colgado en la pared; la punta del lapicero repiqueteaba contra el cuaderno y su paciencia se agotaba poco a poco. Lily había acordado una “cita de estudios” con James, pero al parecer a él se le olvidó asistir por la euforia del Quidditch.

No lo culpaba. Muchas veces lo vio en plena práctica, y nunca vio a un chico más feliz que él en el campo. La sonrisa de Potter al volar en la escoba se mantuvo adherida en su mente y... Un momento. ¿Estaba pensando demasiado en Potter?

Sacudió la cabeza y volvió la vista al reloj. Llevaría ahí, esperando, al menos diez o quince minutos.