Tenía planeado permanecer en aquel cine viejo toda la tarde hasta la madrugada, después de todo, aquel se había convertido en su especie de lugar seguro o fortaleza de la soledad. No había forma de encontrarse con Nick, ni con Harvey, ni Ros, personas que por ahora deseaba evitar a toda costa, a penas la noche anterior habia intentado romper con magia su conexión con Harvey por el bien de su amistad con su amiga. Aunque aún dolía verlos juntos, y verse fuerte todo el tiempo a veces era muy duro, lo mejor era tener un día libre solo para ella y quizás para conocer gente nueva.
━ ¿Quieres acompañarme?, te invitare de mis palomitas. Mentira, te invitare las tuyas porque esa mezcla de mantequilla y maíz inflado no la comparto. ━
[i] ━ Esa pregunta me parece un poco curiosa considerando que eres nuevo en el pueblo. Es fácil de deducir puesto que es uno de esos pueblos pequeños en los cuales todos se conocen. ━
Arrogante, bromista y linda, esa fue la forma en la que se había presentado con dicho comentario, después de que este compro su entrada Sabrina compro las suyas.
-Poltergeist -El bebé de Rosemary -El resplandor -Frankenstein
Debo haberme vuelto loco. Mis noches en desvelo están pasando factura, pero...¿esa no es la chica que vi por la madrugada? Joder, Beck. Cualquier persona promedio pensaría que es producto de mi imaginación, que ya era muy tarde y no razonaba a causa del cansancio... pero algo me dice que no estoy muy lejos de tener la razón.
Entonces, ¿quién eres? Me da la impresión de que eres una chica curiosa. Tú me sonreíste y eso significa que gustas de ser amable con los desconocidos; vas discretamente maquillada, prendas a conjunto, cabello arreglado. En resumen: una adolescente común. Espero no estés mirándome para pedirme algún favor; soy el chico nuevo y no quiero ser catalogado tan pronto. Prefiero mi privacidad, pero... ¡Mierda, Joe! ¡No! Ya hiciste suficiente por otros. Entraré a ver la jodida película y no cruzaré palabras contigo.
Pero, aunque Joe pensara en esa contrariedad, correspondió a la mirada insistente de la fémina.
Ahora se pensó como el conquistador de tierras ignotas; pasaría de ser el chico nuevo y misterioso a un ídolo condescendiente al cual llenar de alabanzas y peticiones respecto a la época actual, la tecnológica.
¿La vida estaba proporcionándole una segunda oportunidad de hacer las cosas bien? De limar asperezas, aprender de sus errores, de concentrarse en ser un buen hombre para la sociedad y llegar a enamorarse de nuevo, esta vez, sanamente.
Sí, apostaba por ello. Las fuerzas que rigen los sucesos de la vida querían a Joe feliz y para festejarlo, se guió directo al cinema del pueblo. Películas de terror del siglo pasado, algunas a blanco y negro. Joe tenía cierto aprecio a esos filmes anticuados por lo que no dudó en pagar una entrada. Pero, de pronto, sintió el peso de una mirada. Viró los ojos a un costado e inspeccionó minuciosamente y, en cuestión de segundos, dio con la dueña de sus sospechas.
Greendale le recordaba a la pequeña ciudad protagonista en The mist de Stephen King. ¿Acaso emergerían un amplio abanico de monstruosidades inimaginables con el afán de destruir lo que se atravesara a su paso? La sola idea bosquejó una sonrisa mediana en el rostro tranquilo de Joe. Prefería imaginar eso, bestias colosales ocultándose en una espesa cortina grisácea en lugar de una fallecida Beck preguntándole por qué la traicionó así. Sin duda explorar de vez en cuando los mundos ficticios atrapados entre los párrafos de un libro era el bálsamo a cualquier herida. Un punto a favor para todo aquel consumidor impulsivo de lecturas.
Sin embargo, era su primer tarde en el pueblo y qué mejor que descubrir las novedades; se sentía un gato en casa nueva, y todo a su alrededor atrapaba su atención; letreros añejos, avenidas empedradas, caminos flanqueados por bosques, renta de vhs. ¿Tan viejo era Greendale para encontrar con facilidad un vídeo en ese formato?
Era un día gris, las espesas nubes a penas permitían el paso de la luz solar, Sabrina se había tomado un descanso de todo, planeaba relajarse con películas de terror en el viejo cine del pueblo, lo que no se esperaba era encontrarse con un nuevo joven, era fácil saber que era nuevo puesto que todos se conocían entre sí en dicho pueblo, la bruja le dedico una pequeña sonrisa al momento que decidía entrar a aquel viejo lugar.
Un ritual estaba siendo llevado en el interior del bosque, la llegada de los paganos, y darle la espalda al señor oscuro había debilitado a las brujas, aquel ritual seria lo único que las haría recobrar un poco de su magia, Joe había llegado en el peor momento posible, en una guerra de poder, y territorio, entre paganos, y brujas.
Aunque Sabrina por su lado estaba en una lucha por el infierno, de pronto ser reina, y gobernar parecía demasiado atrayente, aunque ella misma se trataba de convencer que se trataba por buenas razones, su relación con Nick había caído en picada, así que dedicaba todo su tiempo a ayudar contra los paganos, ayudar a sus amigos y pelear por el reino que por derecho le pertenecía.
A la mañana siguiente ambos corazones rotos se encontrarían en un primer encuentro. Joe y Sabrina se conocerían por primera vez, si congeniarían o no dependería de la historia que ambos escribieran juntos.
Las ganancias que ahorró del trabajo en Mooney’s no fueron tantas como para poder costearse una casa propia, pero tenerla seguía siendo una meta a largo plazo. Pasó gran parte de la tarde arreglando y desempolvando muebles; el anterior propietario abandonó el lugar sin llevarse nada. Tenía demasiada curiosidad por saber qué lo hizo huir sin importarle dejar sus pertenencias pero, de alguna manera, lo agradecía. Ya no tuvo que gastar en mueblería.
Liberó un sonoro bostezo; miró el reloj. Casi tres de la mañana. Greendale era, en efecto, un pueblo extraído de pesadillas, no solo por los grises tristes del cielo, también iba cubierto por un aura pesada y misteriosa. Y a veces, solo a veces, en lo que llevaba ahí, le daba la sensación de estar siendo observado. Culpó al cansancio vespertino cuando vio por la ventana a una chica de cabello argentado y...¿un conejo? De acuerdo, ya era hora de dormir, la imaginación y culpa empezó por atosigarlo.
