Ahora la veía de cerca, le pareció bonita pero su razonamiento infantil no iba más allá de solo una inocente admiración. Se vió como pensó, escudriñó entre sus pensamientos esa posibilidad, debía confiar en ella, después de todo era la niñera que su madre contrato.

—Yare Yare Daze....— Dijo esa frase mientras se acomodaba su gorro, perdiendo el interés por la paleta pero aceptando la propuesta de la chica le ofreció su mano.

Se hinca ante él de manera que pudiera estar mas o menos a su altura, con los brazos a los costados de sus piernas y sobre sus rodillas sostendría fácilmente su mentón para verle un poco desde abajo. Le parecía la cosa más adorable del mundo.

— Sí, podemos jugar mientras mejoro ese pequeño ¿raspón?, anda, no hay que temer para que te sientas mejor. No te dolerá más, lo prometo~ —

Le observó a cuenta nueva.
Algo en lo que ella dijo le llamó la atención, ¿Divertirse? ¿Acaso sabía jugar videojuegos? O ¿Sabía de animales marinos?; El pequeño Kujō era escéptico y por ello dejó de lado la paleta para hablarle.

—... ¿Jugaremos?— Directo para luego observar la herida en su rodilla, frunciendo sus cejas, de verdad aquello ardía pero era muy orgulloso para aceptarlo. —N-No... Ya duele suficiente, puedo soportarlo—

— Estoy segura de que nos divertiremos mucho. — Añade con una sonrisa, pequeña y cálida. — ¿Quisieras que aliviara un poco eso? — Señaló la cinta que veía sobre lo que parecía una pequeña herida bajo la rodilla. — ...puede que te sea de ayuda una pomada que hice juntando hierbas naturales. —

— Ah, la nueva niñera....no vas a durar mucho. ¿Sabías?—
El pequeño soltó esas palabras sin más para luego centrarse en su paleta, era de su sabor favorito y le ayudaba a olvidarse de la herida en su rodilla.

— ¿Tu.. niñera? — Responde un poco dudosa ante la duda del pequeño que sin dudas le hace que le tiemble uno de los ojos así como fruncir un poco el ceño por la manera en que se expresa para ser tan joven.

Elevó la diestra para apuntar con el índice a la mujer, era demasiado enano pero tenía más agallas que cualquiera. — ¿Quién demonios eres?— Una pregunta demasiado cruda para un niño tan pequeño.

Una paleta más grande, claro. (?)

— ¿Uh?— Observó a la mujer.

Yo sí le daba.