[code]Ese apelativo razgaba su alma en dos, fraccionándola con un escalofrio. Tragó saliva. Se cruzó de brazos y guardó su afilada lengua. Ella era una demonio y su lugar siempre estaría situado en algún sitio opuesto y antagónico. Aún pese a la nostalgia de admitir simpatía ante su roce, no hesitaría en desenvainar todos sus tentáculos para asesinarlo. ¿Podría? Ella solo se resignaría a recibir órdenes. Pero, ¿Desde cuándo estas la habían hecho vacilar tanto? Rodó los ojos y decidió guardar las lunas resplandecientes de sus tatuados ojos ambarinos. Quizá podría traficar una alianza en un futuro...[/code]

En un principio le sostuvo la mirada con una carencia de febril sentimiento; impávido siquiera, como si no escuchara ninguna de sus palabras o ignorara el codazo sobre su costado. Aunque lejos de una realidad aparente, cada una de sus amenazas entró a su cráneo en comprensión de que ella desistía aún de manifestar esos deseos y la lucha interna por su naturaleza. Sonrió suavemente, sin embargo; cuando reposó la mano sobre su cabeza y una pequeña caricia le acompañó.

— Entiendo. No te preocupes, Ume — Dichas esas palabras desistió también del contacto hacia ella para no darle molestia o herir su orgullo

[code]Se balanceó a su costado para encajarle un codo muy puntiagudo entre las costillas. —Upps...Creo que estas caminando muy distraído en dirección a tu muerte. —La albina caminaba majestuosa con sus cabellos sueltos al viento rodeando sus pálidos hombritos, sus clavículas sobresalían y de cerca sus facciones se veían simétricamente esculpidas viéndose tan surreal como una muñeca viva. —Ten muy claro tu lugar. Si mi amo me da la orden de exterminarte, no me contendré. —Clavó una mirada muy fria en él.[/code]