JohvannaHolmes

Iba a arrastrarse cerca de un niño que no estaba a más de un metro de distancia cuando sintió como uno de aquellos ladrones la tomaba del cuello de su remera. Frunció el ceño mientras era arrastrada por este y se resistió por unos instantes, quejandose y gruñendo. ¿Qué eesperaba de ella? No llevaba en los bolsillos el dinero suficiente para complacer a cualquiera de ellos. Entonces sintió la familiar sensación del frio del arma en su sien, sintió también el estremecimiento que recorrió toda su columna, mandandola a ciertos recuerdos de una de sus otras muertes vacías por unos segundos. Estaba así, quieta, sopesando algunas ideas de lo que podría hacer. La fuerza de la voz de aquel sirviente de la rubia atrajo su atención y luego notó como este era superado en número y además era golpeado por los otros restantes de aquel grupo. No se inmutó a observarlos más, desvió la mirada. Aquel hombre podría servirle a la rubia endemoniada, sin embargo no merecía eso.

Sintió el tiron de su nuca y soltó otro quejido este más de enojo que de dolor. Recordó las clases de Astarael, las protecciones personales. Esos hombres no eran nada a las Damas de David, aquellas mujeres mortíferas que solo deseaban matarla de la manera más lenta y sangrienta posible. Así que antes que su agresor puediese darse cuenta tomó de su mano que sostenía su nuca para apretar su pulgar e índice en un punto extremo de la muñeca, logrando que el hueso de aquí sonara al quebrarse. El hombre soltó un aullido de dolor, descuidandose unos segundos valiosos para la castaña. A continuación tomó del extremo del arma para darle un golpe certero, logrando que las municiones cayeran al suelo. Se inclinó tras notar como una patada iba dirigida a su torso, sintiendo una rafaga de aire arriba de su frente e inclinada tomó también de la rodilla del hombre para dirigirle una fugaz sonrisa y volver a apretar su índice y pulgar en el extremo izquierdo de su rodilla, logrando que este también se quebrara, dejándolo en el suelo, retorciendose. Se levantó con rapidez y escuchó como el viento era cortado por una bala dirigida a ella. Se inclinó hacia la derecha, evitándolo.

– ¿Me dirás que no sabes como protegerte, demonio? –cuestionó con la mirada pegada en su siguiente objetivo pero con las palabras dirigidas a una delicada rubia– ¿Tratarás de dispararme nuevamente, cariño? –y ladeó el rostro, graciosamente.