¿Me permites?

-No esperó una respuesta clara, confiaba en que su antigua alumna entregaría el arma sin dudar, retrocedió dos pasos, sostuvo el arma con ambas manos, de este modo miró mas de cerca el bastó, después, lo gira un poco y posiciona su mano diestra en la hoja, atrapando con el dedo pulgar, índice y centro, ejerció un poco de presión, provocando un rechinar del arma.-

Tu mente y cuerpo se adaptaron para el arma, pocas veces ocurre, normalmente el arma se crea en bases a las estadísticas del Vairant y lo eligen como su portador y dueño, en este caso, parece que tu la elegiste a ella y aprendiste para ser aceptada... lo cual es aun mas impresionante.

-Tras un ligero golpe con los nudillos en la hoja, Dan hace entrega del arma a la peliceleste.-

¿Y tus alas? ¿Qué clase de alas crecieron? Siempre creí que tendrías de estabilidad, porque no necesitabas velocidad, ¿O me equivoqué también?

*Al percatarse que su maestro pretendía tocar el bastón de su arma, Lusdry no tardó en inclinarlo un poco hacia a él, para acercárselo al alcance de su mano. Se sentía orgullosa que su maestro estuviera ahí y pudiera observar de cerca cuanto avance había tenido desde que terminara su entrenamiento con él.*

Quizás es que siempre he pensado que la espada no deja más opción. En cambio con la alabarda, puedo golpear, defender y detener posibles ataques, imposibilitar sin necesidad de lastimar, empero, el filo sería otro cantar, nunca ha sido cubierto de sangre, no lo he considerado necesario.

-Cuando la cercanía llegó a su máximo sin invadir el espacio personal, Dan admiró en primer lugar el arma de la dama, cada detalle de su bastón y hoja afilada, todo lo captó, estaba maravillado con el arma que terminó siendo fiel al poder de la chica, finalmente, detalló la fisionomía de la peliceleste, una sonrisa de a medio labio se pudo notar en la faz del varón, seguidamente un asentir de su cabeza daría pie a su respuesta.-

Tienes mucho camino por delante, estoy seguro que lo harás, tu generación me sorprendió, han sido los jóvenes mas poderosos que he entrenado, no me sorprendió cuando Yzis, Zet, Xíon y Syria fueron nombrados como los líderes cardinales de Vailak.

-Tras sus palabras, la mirada del azabache regresó al arma de ella, con confianza acercó su palma al bastón, tomando este pero no hizo intento de retirarlo de la mano ajena.-

Te juro que siempre creí que tu arma elegida iba a ser la duales o la espada de doble filo, tenías mas talento oculto.

¡Pero claro que puede!

*Exclamó la vairant tras terminar el camino hasta su maestro a quien le tenía alta estima y respeto, clavando de nuevo el bastón de la alabarda en el suelo. Se inclinó para ofrecerle una reverencia como muestra de su respeto y admiración, sonriendo satisfecha de que él pudiera presenciar lo que era capaz de hacer con el mínimo de esfuerzo.*

Confieso que en ese entonces, quería llegar a ser tan poderosa como usted.

*Dijo con una sonrisa amplia en los labios*

Aún no me he rendido, algún día lo lograré.

-Ver el espectáculo creado por el mismo poder de la chica causaba en él un sentimiento muy agradable, decir que estaba orgulloso era corto, todo iba mas allá de una sola palabra, ni siquiera lo podía expresar con claridad. Los brazos del azabache se levantaron, como si de una celebración se tratase, si bien era un reconocido maestro, aquel Vairant también era conocido por su personalidad tan relajada y alegre.-

¿Acaso un maestro no puede visitar a sus alumnos mas sobresalientes?

-Respondía mientras se encaminaba hacia ella y así cortaba la distancia que los separaba de manera mas rápida, en su trayecto, bajó ambas manos para introducir las mismas en los bolsillos de su pantalón de tela negra.-

Pareciera que fue ayer cuando me esperabas ansiosa delante de la puerta principal, ahora mírate... Siempre supe que llegarías lejos, Lus.

*Delicadas olas de agua rodeaban a mujer durante un breve entrenamiento. El bastón de la alabarda clavado al suelo, se levantó para hacer ascender el agua hasta el cielo, estallando entre las nubes en el instante mismo en que la voz conocida de un varón le llamó no muy lejos de ahí.

Lusdry se giró con elegancia, al tiempo que gotas de rocío caían sobre ella que al entrear en contacto con la gentil aura de la peliazul, se convirtieron en copos de nieve que se derritieron al contacto con el suelo cálido de aquel pequeño jardin*

¡Maestro Dan!

*Exclamó Lusdry con una sonrisa de gusto al apenas reconocerlo y emprendió el camino hacia a él*

Dichosos los ojos que lo ven. Gracias por sus palabras ¿A qué debo el honor?

Jo, jo, jo... que grande se ha puesto mi damita de hielo. El tiempo pasa y de manera muy positiva para todos mis estudiantes.