Al pronunciar la última sílaba, se expandió una nube de humo verde y denso, y una onda que lo empujó y lo hizo caer al suelo. Tosió hasta que se disipó el humo y pudo sentir el peso del cuerpo de Kalim sobre el suyo. Pero al divisarlo bien detrás del humo, lo siguió viendo como una chica. —¿Qué? ¿Por... Por qué no fun---? —Carraspeó, el humo había hecho su voz cambiar—. ¿Por qué no funcionó? —Su voz seguía extraña; se llevó la mano a la garganta.
No la escuchó más por un rato suficiente para saber que se había ido. Bien. Porque incluso como estaba, sabía que podría cometer un graso y horrible error. Suspiró aliviado dentro de su estado, pero debía terminar. Así lo hizo y se limpió bien y luego pensó en todo lo negativo que podía pensar. Odiaba esa noche.
Salió del baño con la respiración agitada. Apenas se detuvo unos segundos a ver la puerta de Kalim con desprecio y luego siguió de largo a su propia habitación, donde se quedaría dormido, quizás, dos horas después.
