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¿Cómo podían haberlo dejado los comentarios de su senpai respecto a su baile? Insatisfecho, avergonzado, indignado. Vil era reconocido por sus comentarios directos, duros y sin anestesia; era uno de los estudiantes más perfeccionistas del instituto, pero lo que pocos sabían era que Jamil también lo era. Muy exigente, perfeccionista y autocrítico. Se suponía que el baile era una de sus fortalezas, lo único en lo que podía demostrar ser superior a Kalim sin recriminaciones... ¿y para Vil era el peor de todos en la gala? Había que solucionarlo. (+)
 
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Era un sitio bastante apartado de todo lo demás, así que no le sorprendió que pudiera encontrar al líder de Ignihyde en ese lugar; lo que sí le sorprendió fue la actividad. Estaba seguro de que nunca, nunca en sus dos años de estudio y de conocer al personaje, lo había visto moverse con tanta energía. Quizás a sus dedos pulgares sí, alguna que otra vez que pudiese dejarse ver jugando un videojuego portátil, ¿pero baile?

Se acercó un poco más, con sigilo, para observar sus animados movimientos. Iban al ritmo de la música, pero para Jamil era tan desconocida esa música como ese tipo de baile.

Pensó un poco al respecto, calculando en su cabeza -como siempre hacía- los beneficios que podría traerle a sus propios movimientos el aprender un nuevo tipo de baile. Según Vil, tenía que mostrar más alma, más espíritu. Tenía la coreografía, pero parecía desconectado. Tal vez, aprendiendo algo nuevo podría hacerse más consciente de su entorno.

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