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¿En cuántas ocasiones se le había hablado acerca de los terrores que acarrea la ambición? Cuando las cosas no le ocurren a una persona, dicha persona no piensa a fondo en consecuencias; mucho menos cuando la ambición desmedida es la que rige sus acciones.

Negro. A medida que recobraba la consciencia, lo que lo hizo volver en sí fue un agudo dolor en los huesos que incrementó de forma tan apresurada que su despertar no fue paulatino. Tomando una bocanada de aire con desespero, alzó su tronco para quedar sentado en ese suelo que estaba, literalmente, quemando su retaguardia. (+)
 
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— Salta a la vista que no eres de por aquí...

Kai, apesar de su avanzada edad y sobrepeso, llegó corriendo con un par de mantas que atenuarían la frialdad del cuerpo masculino. Gerda lo alcanzó al casi pisarle los talones, con más cobijas, bufandas y guantes. Habían tomado muy en serio las órdenes de Elsa. Ésta se giró y agradeció sus servicios nuevamente. Tanto Kai como Gerda se inclinaron, previo a retirarse del salón y dejar a Elsa a solas con el visitante.



— Mi nombre es Elsa, reina de Arendelle. — Intentó sonar lo más serena posible, dado a que un solo desliz emocional evocaría el congelar de alguna parte del recinto. Por lo mismo, se mantuvo a distancia de él; no quería provocarle mayor sufrimiento. Verlo tan rígido provocó que Elsa bajara la formalidad y se mostrara comprensiva, casi cariñosa como solía hacerlo su madre.
 
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