"Recuerda acercarte despacio a Asim-sama. Camina siempre detrás de él y presta atención a quien está al rededor". La madre le repetía aquello al pequeño cada vez que lo ayudaba a alistarse para el servicio, a lo que el pequeño Jamil, asentía con una seguridad tímida y una seriedad muy propia de él.
"¿Listo?" La voz profunda de su padre lo llamó y él sonrió, siguiéndolo. En la sala principal, esperaron de pie a los Asim, y cuando éstos llegaron, Jamil no pudo evitar sonreír al ver a su amo, Kalim. Era el más divertido y el mejor amigo que tenía, aunque sus padres no le dejaran llamarlo amigo
Le correspondió el abrazo con menos efusividad, aunque una gran sonrisa en su rostro. Volvió a ver ese cuadro, que ahora más que nunca llamaba su atención, tan inmenso y tan inalcanzable paisaje. Se preguntaba qué clase de sueños tenían otras personas, porque para él, ver ese cuadro le hacía latir fuertemente el corazón.
—No lo olvidaré, es una promesa. —Cruzó su dedo meñique con el de Kalim y sonrió, para luego soltar una carcajada.
¿De verdad Jamil? - sus ojos se iluminaron pues ahora tenía una ilusion o mejor dicho una promesa que cumplir. - entonces será una promesa, en el futuro tu y yo nos iremos a un lugar como el paisaje del cuadro, correremos y jugaremos hasta el cansancio. Así que no olvides tus palabras. - Le obsequió una sonrisa para despues atraparlo en un abrazo, como si fuera un sello sagrado de aquel juramento infantil. Sería una ilusión y un anhelo el poder ver cristalizado tan inocente deseo nacido de sus cristalinos corazones. - Por favor, nunca olvides este día ni el pacto que hemos hecho. Los dos siempre seremos los mejores amigos, siempre estaremos juntos y viajaremos a ese lugar para poder divertirnos. -
Mientras Kalim hablaba de su padre, no pudo evitar pensar en los suyos. Muchas veces se veían cansados; a pesar de que los señores Asim eran muy buenos, seguía siendo una labor pesada. Pensaba en los rostros de sus padres todas las noches y no estaba seguro de querer eso para él. Además, siempre había sentido curiosidad por caminar solo por la ciudad, sin ir siempre detrás de Kalim.
Miró sus propias manos, un poco magulladas por la pelea, aunque no dolían. Sintió entonces el apretón de Kalim y lo miró, sintiendo cómo sus labios se estiraban solos. Kalim era su mejor amigo, así que lo que pasaba con sus padres nunca le pasaría a él.
—Kalim, siempre estaremos juntos, aunque no seas un comerciante. Yo te voy a proteger. —Se señaló a sí mismo con el pulgar de su mano libre. Frente a ellos había un enorme cuadro con una montaña y un paisaje muy bonito. A Jamil se le iluminó la mirada y en seguida lo señaló. (+)
... se terminarían cumpliendo las palabras de Jamil, y era algo que en verdad le aterraba, pues no se sentia listo para ello. - Jamil... Tú siempre serás mi amigo ¿verdad? Solo te pido que nunca me dejes solo.
Ya no duele, gracias Jamil. - Se quedo en silencio un momento mirando al suelo, pensando en lo que había dicho. Aún era un niño muy pequeño pero pensar en ese futuro le aterraba. - Sabes... - dijo con algo de miedo - Si pudiera no me gustaría ser todo eso, preferiria ser una persona normal que pudiera disfrutar cada instante. Siempre veo a papá muy ocupado, y siempre esta resguardado, no veo que se divierta con lo que hace, no quiero terminar asi. Lo único que me consuela es saber que siempre estarás a mi lado. - Sujeto la mano ajena con toda la fuerza que pudo para despues mirarlo fijamente a los ojos. - ¿Siempre estaras conmigo, verdad Jamil? - sus ojos se volvian vidriosos, pero en su inocencia no queria quedarse solo en esa vida llena de peligros y deberes, un futuro que le parecia absurdo y aburrido. Si por el fuera se la pasaría jugando y bailando siempre, pero tarde o temprano...
Tomó un pañuelo y le secó las lágrimas, sonriéndole. A pesar de ser menor que Kalim, por como tocaba cuidarlo, le costaba verlo distinto a como veía a Najwa.
—No digas eso, no eres inútil. Un día tú serás un gran comerciante, y tendrás muchas matemáticas que hacer y tendrás muchos tesoros. Así que no podrás ocuparte de todas estas cosas que yo hago por ti. —Le tomó el hombro, sentándose a su lado—. Mi trabajo es protegerte y ayudarte, Kalim... déjamelo a mí. —Le pidió calmo y sonriente, esperando que aquello pudiera subirle el ánimo.
Volvió sus manos al rostro de Kalim para palparlo y lo mismo hizo en sus costillas, buscando por fracturas, como su padre lo hacía con él. —¿No duele?
Se que son unos tontos... siempre están buscando problemas, debería decirle a mi papá que esos niños son una molestia, tal vez así dejemos de verlos por aquí. - A lo que Jamil le iba curando sintió algo de dolor pero ahogo los quejidos para que nadie les escuchara, aunque no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas. - Si fuera más fuerte no pasarían estas cosas... Lamento no ser de mucha ayuda para ti Jamil, soy un inutil... - comentó con un tono lleno de tristeza y desgano. Sabía que Jamil era más fuerte y admiraba eso pero no le gustaba verlo pelear o que lo hirieran y mas tonterias como esas. - Pero ya veras, me volveré más fuerte y así no volverán a molestarnos. -
—Shhh... —Se había detenido para pedir a Kalim que hiciera silencio, y una vez que este hizo silencio, le mostró cómo moverse, de puntitas, pero tomó su mano en todo momento para ir a su ritmo, porque sabía que podía sentirse algo adolorido todavía.
Con éxito, lograron escabullirse de todos los adultos en la mansión, hasta llegar a la habitación de Kalim, donde se guardaba parte del kit de primeros auxilios. —Siéntate... —Lo ayudó a sentarse en la cama, para empezar a curarle la pequeña herida del rostro. A pesar de su corta edad, ya era muy diestro en esos cuidados—. Esto no fue tu culpa, Kalim, ellos son unos tontos. —Le explicó para tranquilizarlo, pues sabía que podía preocuparse mucho por eso.
tenía que hacerlo o esos dos tontos te hubieran lastimado. Sabes que no me gusta verte pelear con ellos. Además, fue mi culpa... - Fue la excusa para meterse en medio de la pelea, no soportaba ver que Jamil fuera lastimado, y más por defenderle. Le siguió sin soltar su mano pero si sentía el cuerpo un poco adolorido, pero tampoco queria llamar la atención de los adultos. - Jamil estaré bien, no te preocupes. A donde me llevas, no quiero que los adultos vean esto, yo sabre excusarme con ellos. - Tenía algo de miedo pero si incluso los adultos se dieran cuenta de lo sucedido, el defendería a Jamil para que no lo castigaran.
