- Le observo detenidamente mientras este le hablaba, definitivamente Jamil no le contaría la verdad, lo conocía demasiado bien como para que pudiera engañarle pero... ¿Quién era él para obligarle a hablar?, tomo el rostro de Jamil con sus manos sin apartar su mirada. - Esta bien Jamil, sé que no me estas diciendo las cosas como son pero esta bien, no te obligaré más a decirlo. Si insistía es porque estaba preocupado pero si prefieres que sea asi, confío en que sabrás solucionarlo. Y esta bien, si crees que es lo mejor puedes ir a tu habitación a dormir. - Solto su rostro y se dirigió a su cama, no insistiría más en el asunto, esa pelea la había perdido, pero tal vez dandole ese espacio lograría saber lo que tanto ocultaba.

Le escuchó, mostrándole exactamente el mismo semblante, impávido; cuando sintió que terminó de hablar, respondió calmo:

—No estoy confundido. —Mintió, como mentía siempre que debía dejar a Kalim contento con alguna respuesta, para que simplemente le dejara en paz—. Hay un tipo de sueño que me ha afectado; supongo que será mejor que durmamos por separado mientras me encuentre en este estado. —Le explicó, manteniendo su postura ante él.

Trató de calmarse un poco, disipar ese enojo nacido de su tonta imaginacion y respiro profundo para mostrarle un rostro natural y gentil. Conocía bien a Jamil y reconocía cuando este ocultaba su enojo, algo que siempre le aterraba. Se levanto del suelo para quedar de pie frente a él, cruzandose de brazos y clavando su mirada directamente a los ojos frivolos que este le dedicaba. - Jamil... acaso estas confundido o algo pasa por tu mente? No es una sino varias veces que ha ocurrido esto. Si tan solo dijeras las cosas y confiaras en mi podrias solucionarlo, pero prefieres callar las cosas como si desconfiaras de mi. ¿Acaso no somos amigos? Siempre te he confiado todo sin recelo, ¿Por qué no puedes hacer lo mismo? - Interrogó con la mayor sinceridad posible. Estaba preocupado, y lo peor de todo era que sentía que algo especial brotaba en su interior, pero lo mejor era callar y esperar que al menos Jamil entendiera su sentir.

Separó sus labios, pero sus dientes se apretaban con rabia. Kalim podía ser tan egoísta que lo empujaba a su máximo límite y le quitaba cualquier capacidad para defenderse del empuje. Cuando quería sacar sus más sinceras emociones -todas negativas- o pensaba en abrir de golpe todas las salidas que el mayor le había cerrado, sólo para demostrar su superioridad, pudo escuchar el látigo y sentir la espalda arderle, como si el castigo hubiera venido antes de la osadía. Era desesperante, pero estaba grabado en su memoria. Y Kalim, con la excusa de la bota opresora de esa maldita tradición, quería sacarle información íntima a la fuerza, pero eso sólo hacía que él se cerrara más y más.

Como por obra de algún hechizo mágico, toda la ira desapareció de su expresión, aunque no de su mirada. Lo miró erguido, como siempre lo hacía ante una orden, y habló con fría cordialidad. —¿Qué deseas saber?

Aunque me mires con esa cara de enojo no más Jamil... no vas a seguir escapando de esta situación, vas a hablar y lo harás inmediatamente. - Muy pocas veces solía mostrarse serio con las situaciones pero al ser Jamil el involucrado realmente estaba preocupado y ver que él no cooperaba le desesperaba. Si tan solo hablara y dijera lo que tanto callaba podría hacer algo, tal vez Jamil necesitaba solo un poco más de atención o incluso tener una pareja, era todo lo que podia pensar pero el simple hecho de entregarlo a alguna mujer lo hacía poner de malas. No era una solucion aceptable para él. De tan solo imaginar esa "posibilidad" le hizo rabiar. - ¿Y bien? Te escucho... - Su tono de voz ahora se escuchaba firme y con un poco de enojo, pero el enojo no era por lo sucedido, sino por las cosas que se había imaginado.

Aún confundido con sus propias acciones, vio toda salida cerrarse sin aviso. Ni siquiera había pensado en salir de allí, pero con esa acción y todo lo ocurrido ya comenzaba a sentirse claustrofóbico. A todo ello se sumó el egocentrismo de Kalim por saber cada maldito pensamiento de su cabeza. Gruñó, conteniendo una cantidad inmensurable de insultos y se limitó a verlo con profunda ira, mientras salía de la cama y se acercaba a él—. ... —No dijo nada, sólo lo observó desde arriba, teniendo una lucha interna por sí mismo. Años y años y más años de tradición pesaban en sus hombros y le mantenían una mordaza en ese momento.

¿Que hiciste? ¿En serio no lo sabes? - Se aseguro de cerrar la puerta de tal modo que ni Jamil ni nadie la pudieran abrir, incluso las ventanas se habían cerrado para evitar que Jamil huyera. Esta vez tendría que decirle la verdad. - ¿Realmente quieres que te diga lo que hiciste o ya lo sabes y no quieres aceptarlo? - Se sento en el suelo obstaculizando la salida mientras lo observaba fijamente. No estaba enojado pero estaba hambriento de respuestas y en esta ocasión no se la dejaría tan fácil. - Jamil... es mejor que me digas las cosas porque tarde o temprano las sabre. Es mejor que hables... ¡Es una orden!

Se apartó al sentir que Kalim salió de la cama, pero todavía seguía confundido. Su rostro se notaba afectado por la sangre como el resto de su cuerpo, pero sólo podía escuchar las demandas de Kalim. Ni loco le iba a responder y exponerse más, primero él necesitaba confirmaciones. —¿Qué hice, Kalim?

le costaba creer que todo eso había pasado, pero su rostro mostraba lo sonrojado que se sentía, ¿Realmente Jamil había hecho eso? ¿Qué estaba soñando? Merecía una respuesta o al menos una explicación clara que pudiera quitarle la confusión que ahora le invadía. - Jamil... ¿ahora que fue lo que soñaste? - se levanto de la cama y fue directo a la puerta, para evitar que pudiera vovler a escapar y eludir sus interrogantes. - Creo que debes hablar y esta vez no aceptare que te escapes con las respuestas a mis preguntas. - No estaba enojado pero estaba confundido, todo lo que sucedio no le fue desagradable, por el contrario pero necesitaba escuchar las excusas de Jamil.

Volvió a atacar sus labios y esta vez, al estar Kalim apegado a él, podría sentir que parte de él sí comenzaba a despertarse. Sus besos se volvieron más insistentes e intensos, hasta que su mismo cuerpo reaccionó: giró sobre él apoyándose en sus codos y dio un par de embestidas contra él, lo cual terminó por despertarlo, con la respiración agitada.

Vio a Kalim, como lo veía en su sueño, pero al ganar la consciencia se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se sentó. —¿Qué...? —Alternó la mirada entre Kalim y su entrepierna endurecida, tratando de entender si realmente había hecho todo eso.