Adentrada la noche, se aferró a las sábanas y éstas se humedecieron con el sudor de su frente. Había estado teniendo escalofríos recurrentes desde que se acostó y su cabeza punzaba fuerte. Ni siquiera las tareas diarias lo tenían tan estresado, su jaqueca se hacía mucho más fuerte cada vez que pensaba en todo lo que le estaba causando Kalim. No quería pensar más en ello, ahora estaba convencido de que se sentía tan mal porque estaba al borde de la locura, no porque estuviera enfermo; él no podía enfermar.
Algo que siempre he detestado es el futuro que me espera y solo por ser hijo de un poderoso comerciante. ¡Lo aborrezco! - Desvió su mirada a la vez que se levantaba del suelo para dirigirse hasta uno de los ventanales, dandole la espalda a Jamil. - Son reglas tontas y sin sentido, además sabes que nunca dejaría que te hagan nada. Pero tienes razón, "las reglas son más importantes" - Esa ultima frase la dijo con un tono lleno de sarcasmo y pesar, pero podía comprender el miedo que pudiera tener Jamil. Así que suspiro resignado a la terquedad que mostraba ademas se habia hecho una promesa, no darle mas problemas ni inconvenientes a Jamil. Fue en ese momento que recordo una promesa en el pasado, una promesa tan lejana y que ahora podia sentir que jamás se cumpliría. Lo mejor era resignarse, no queria ser el causante del malestar de Jamil.
