Adentrada la noche, se aferró a las sábanas y éstas se humedecieron con el sudor de su frente. Había estado teniendo escalofríos recurrentes desde que se acostó y su cabeza punzaba fuerte. Ni siquiera las tareas diarias lo tenían tan estresado, su jaqueca se hacía mucho más fuerte cada vez que pensaba en todo lo que le estaba causando Kalim. No quería pensar más en ello, ahora estaba convencido de que se sentía tan mal porque estaba al borde de la locura, no porque estuviera enfermo; él no podía enfermar.
Pareciera como si el estatus fuera lo más importante para ti... - mencionó con un tono de tristeza. Jamil siempre le dio importancia a su papel de siervo dejando de lado lo que realmente era importante, sus propios sentimientos, y eso era algo que le molestaba demasiado. - Nunca te vi como un sirviente, pensé que lo sabías pero tal parece que tú solo puedes verme como un simple amo, un amo cruel y despiadado que te priva de su libertad ¿no es así? - Siguió arrodillado en el suelo pero ahora quien cubría su rostro con las manos era él. Jamás maldijo tanto su procedencia como en ese instante, pero a él nunca le intereso el poder o el estatus. Ahora realmente sentía que todo era un desastre. - Creo que ahora puedo entender muchas cosas que antes no veía con claridad... -
