Al tratarse de vegetales, sus superficies eran más sencillas de lavar que la carne, así que sacó su magipen (una vara negra tan larga como una mano, con una gema en uno de los extremos, en su caso, una gema roja) y la apuntó hacia los vegetales, para que éstos flotaran rápidamente y en orden hacia un agua jabonosa que había preparado en la tina del lavaplatos. Dentro del agua, los vegetales se movieron con rapidez, provocando una espesa espuma, para luego salir uno a uno hacia el chorro de agua y luego de vuelta a las manos del otro hombre, completamente limpios.

No usaba magia cuando cocinaba, no la necesitaba para ser rápido; pero debido a que aquella era una tarea sencilla y él debía proseguir con su parte, decidió hacer uso esa vez, para luego guardar bien su magipen entre sus ropas.

—¿Volvió a abrirlo?... Espero que no vuelva a cerrarlo, los primeros años de vida son críticos en nuestro desarrollo como personas. —Continuó la conversación como si nada.