Asintió y se colocó el casco. Agradeció que ella ya no pudiera ver su expresión. Tenía que irse cuanto antes de ahí. —Cuídate, Jiin.— Dijo antes de arrancar.

Eso fue tajante, eso fue hiriente y a decir verdad no podía culparla. Negó con su cabeza y retrocedió. —Nada, cuídate. —

—¿Hay algo de que hablar?— Sonrió, más por costumbre, por no demostrar algo negativo, y tomó el casco que había dejado en su motocicleta.

—Yang...— Se acerca a ella y se detiene con los puños cerrados, sus brazos firmes. — Quédate un poco...¿Podemos hablar?

-Carraspea.- Bien, creo que debo irme. Ha sido bueno saber que sigues viva. ¿Quizás puedas llamar de vez en cuando?

-Se muerde el labio, era incómodo.

Supongo...

Bueno, el mundo está lleno de sorpresas. ¿No crees?

Vaya, quien lo diría. Creí que no volvería a verte.