JeanNovak1551868

Ou: Por supuesto, sin más preámbulos le dejo el primer turno.

On:

La llegada de la hora nocturna tenía un tinte funesto y a veces, solía suceder que, con ánimo abatido, resucita el espanto de los impulsos primitivos ante el ocaso del sol.

La luz agonizante en ese sitio producía el mismo simulacro de tragedia, las sombras acechaban, el frío se acaloraba y debían venir en fila los tragos, trayendo el fetichismo, los tótems malos y los espíritus perversos.

Shiki, en un monólogo propio y secreto, interminable, visceral y místico empujaba el maletín de revestimiento negro a través de la maltrecha mesa, del otro lado le recibiría una sonrisa satisfecha, demasiado ancha por el miedo de hablar de frente con un asesino. El dueño de las orbes carmín, impoluto y estoico, como siempre, solamente se retiró cuando el pacto fue concluido.

Dejó detrás las escuetas instalaciones de aquella mafia de la que había sido un intermediario e intentó no asesinar a todo el que allí convivía. Allí lo consideraban ya un elemento pernicioso. Lo miraban de reojo, con una solapada desconfianza, y cuando lo tenían lo suficientemente lejos se deshacían en murmullos.

Afuera el clima se arremolinaba en profanas nubes melancólicas, tras varios metros y decidido a buscar un lugar de paso que le ofrezca sombra más que confort decidió detenerse en uno de los edificios que ofrecían habitaciones libres más antes de poner siquiera poner un pie dentro, la sombra de un particular felino se le cruzó delante, insistente en frotarse contra el cuero de sus botas, cómo maullando lastimero por su atención. Shiki odiaba a los gatos.