Aunque la situación era que la mano de Eula quedó atrapada ahí mismo entre la toalla y la feminidad de su esposa. Primero, no quitó la mano porque ese lugar le pertenece, tiene dueña y nadie más lo toca, y dos, porque así la cubría también por si existía algún mirón que como sea así, sin duda lo rebanará con su mandoble.

—Si y estás tan distraída que ni cuenta te diste cuando se desató el bikini. Menos mal que sólo estamos las dos ahora, porque si no, rodarían cabezas.

Si, así de celosa es con su esposa.

Antes de sacar la mano, frotó un poco con sus dedos para impregnarse de su sabor, al cabo de unos segundos la retiró para lamer sus propias falanges.

—Si, tan deliciosa como siempre. — Anexó. —Creo que ahora te das cuenta de la magnitud que necesitas descansar más. Tendré que sacarte del trabajo más a menudo para que te relajes y puedas concentrarte mejor. La próxima vez seguramente acabarás desnuda.