Lentamente había abierto los párpados. Su mandíbula no estaba tensa por el frío, sus dientes ya no castañeaban. Se sentía calientita y a salvo. Sonrió incluso hacía su amigo satisfecha por lo que había logrado.

— ¿Materializar? — cuestionó — ¡Eso lo sé hacer, lo he practic....Aaah~ brrr...! —se interrumpió por el repentino frío que la abordó. — ¡Espera, espera, me desconcentras!

En su interior, seguía tirando de esos hilos. El vapor salía de su boca mientras castañeaba los dientes, pero con el suficiente orgullo para apretar la mandíbula y no hacerlo notar. Cerró los ojos mientras dejaba que las palabras contrarias se acentaran en ella como un mantra.

En la oscuridad detrás de sus párpados trató de mantener más la calma. Cada respiración le ayudaba a concentrarse, eso hasta que la imagen en su mente de su mano tocó algo: un hilo. Y otra mano más lo tomó por igual; Eribeth. Ambas jalaron de ese hilo brindando poco a poco un calor que hizo relajar su mandíbula. Un calor que ayudaba a su cuerpo a estar mejor. — Eribeth...— susurró suavemente.

Empezó a sentirlo como una ligera brisa fría, eso hasta que la piel se le erizó y se frotó los brazos. — Mierda... — definitivamente su amigo tenía un control mayor del poder de su Vairant, ¿Quién si no lo estaba haciendo? Vapor salió de su boca cuando suspiró mirando intercaladamente entre él y alrededor.

Recordó las palabras de Anyel una vez haciendo alusión de que él no solía pasar fríos. Calor. Calor. Necesitaba calor. En su interior buscaba llamar ese poder. Ese núcleo caliente de la fuente de su Vairant.

— Sí sí... lo vimos en una clase... la seman...la semana pasada. — siguió rascando en su interior buscando aquel hilo de invocación, cerrando los ojos un instante para visualizar y llamar a su Vairant.

Qué nerviosa le ponía aquel muchacho. Algo se le retorcía en la boca del estómago en ciertas ocasiones, especialmente cuando no sonreía con felicidad. ¿Cuándo siquiera lo había escuchado reírse o más? Su acercamiento le hizo automáticamente estirar su pierna derecha, su pie de intermedio entre ambos. Una posición casual, pero un método de defensa automático e inconsciente para recuperar espacio.

— Eh...bueno sí. Algo así había escuchado antes. — tras su último comentario, pensó y pensó y pensó. ¿No se había sentido días atrás que miraba la espalda de sus amigos en vez de estar a la par de ellos? — Me gustaría...pero...¿Esto es para ayudarme o...? ¡Qué tal si me quieres hacer una maldad! — enarcó la ceja con esa inseguridad.

Se mantuvo atenta, expectante ante el plan de él, pero cuando fue escuchando poco a poco este mismo, volvió a fruncir y torcer la boca algo pensativa.
— Pero...¿Cómo quieres averiguar eso? ¿Peleando? ¡Yo ni siquiera sé pelear! — se cruzó de brazos mirándolo atenta, pensando y pensando. — Según tú... ¿Cómo averiguaras eso?