— Hmmm, vale, vale, ¿Qué tal si me dices cómo llegaste tan lejos en el Norte yo te invito a un delicioso estofado? Hay pan fresco también si quieres acompañar o emular una de esas cosas que dices. —

Añadía con calma y sonriendo con serenidad, esperaba que los padres la pudiesen encontrar, pero se preguntaba si era prudente llevarla al fuerte. Quizá era una chica huérfana, o quizá se había ido lejos de sus padres, pero era mucho más seguro acompañarla a ese puesto donde estaba el fuerte, pues era sabido que la Ciudadela Negra era tanto un puesto de mercenarios como de comercio, con ciertas reglas que no debían romperse y por ende quizá estaría segura.

— ¡Así que vamos a ver! Hay una cabaña por acá de una amiga, voy a prepararte un plato y quiero que me cuentes todo ¿Eh? —

-Escuchó atenta, arrugaba la nariz a medida que éste describía los ingredientes, pues no gustaba mucho de verduras, estaba en esa etapa donde quería comer solo lo que le apetecía, fue entonces que escuchó aquella palabra "mágica": Carne. Allí su atención fue más evidente pues se asomó de aquella rama donde yacía aferrándose con sus manitas de ella.-

¿Carne?, ¿carne como la carne que papá hace en sus anvorguesas? ... ah... me gusta la carne.

-De pronto su estómago chilló, si, hablar de comida le había abierto el apetito, de hecho, no había almorzado pues toda la tarde la pasó jugueteando en aquél bosque.-

— ¡Hahahaha! Obviamente no se comen solas tontita. —

Dijo mientras se alzaba de hombros y frotaba su barba con el índice y pulgar, acercándose a ella con esa canasta llena de cebollas pensando la mejor manera de explicar un estofado.

— Hm bueno.. Puede llevar lo que sea, pero con el condimento adecuado. Casi siempre llevar verduras, papas, agua y alguna carne, aunque prefiero carne roja. Le pones culantro y algunas hierbas y queda .. ¡De muerte lenta!—

Era un fanático de la buena comida, el comer era uno de sus vicios.

Iuuugh, a mi no me gustan las cebollas, saben feo, ¿y qué es un estofado? ¿lleva trucha?, ¡las truchas son deliciosas!

-Omitió la pregunta de si "estaba perdida" no daba datos personales, aunque claramente tampoco debía estar sola allí.-

Se encontraba arando un poco la tierra, pues de vez en cuando, cuando no se encontraba batallando le gustaba hacer cosas por estilo, de hecho sacó algunas cebollas que ya estaban maduras y las puso en una canasta, limpiando su frente de sudor con el brazalete de cuero en su antebrazo, suspiró tomando un respiro cuando escuchó una voz no familiar e infantil.

— ¿Eh? ¡Hola pequeña! ¿Estás perdida acaso? Y bueno, las cebollas son un complemente esencial para el estofado, y si hay algo que odio es la comida horrible, ¡Hahahaha!—

¿Te gustan las cebollas?

-La infante habló de repente, había estado sobre aquél árbol que se encontraba en lo profundo del bosque antes de que el joven llegase al lugar, se quedó en silencio, observando cautelosamente, no fue si no hasta el momento en que observó la cebolla que decidió hablarle.-