Dio un suspiro gustoso, casi ensoñado, al escuchar aquella respuesta. En su mente no hizo falta distinción ante lo que cualquier otra persona quizá podría interpretar como una declaración ligeramente vaga; para él, esa simple palabra podía englobarlo todo cuando se trataba de Lucia. Observó curioso como su compañera estiraba la mano, empleando los dedos para acariciar el marco con una delicadeza exquisita que no había visto antes en ella. Su curiosidad inevitablemente despertó, y al escuchar su pregunta, le dedicó una mirada que vino acompañada de una negación suave y rítmica de su cabeza. — No, para nada. Es... Agradable poder compartirlo con alguien. — Volvió la mirada al frente, hacía la fotografía, y fue en ese instante que decidió materializar y darle forma a su intriga. Su voz se suavizó, con afán de imbuir gentileza en sus palabras, más no al punto de llegar a un susurro. — ¿Hay algo o alguien que recuerdes que te haya hecho feliz alguna vez, Nüying?

No notó que estaba a su lado de un momento a otro, pero tampoco se sorprendió ni hizo ningún ademán que señalara algún tipo de susto. Se sentía tan a salvo bajo ese techo que tenía la seguridad de poder estar en paz por primera vez después de mucho tiempo—. Era bellísima —respondió sin dejar en claro si se refería a ella o a su sonrisa per se. Nüying estiró su brazo y tocó el marco de la foto como si lo acariciara. Apreciaba un momento que ni siquiera había sido suyo, pero que, al ser de quien la había salvado, podía respetar—. Se te veía muy feliz... Pocas veces te he visto hacer esa mueca... Disculpa, ¿estoy siendo muy entrometida?

Recién había cerrado la llave del agua encima del lavabo de la cocina, y estaba por terminar de fregar la última taza cuando escuchó a Nüying y volteó por encima de su hombro, observándola frente a aquella fotografía. Se tomó su tiempo, secándose las manos, y con lentitud se aproximó, colocándose a su lado silenciosamente. — ... Sí, era ella. — Su voz era suave y sosegada, y por primera vez, no venía cargada de la melancolía que solía acompañar a la remembranza, aun si esta siempre estuviera al acecho en los rincones de sus recuerdos. Incluso, una sonrisilla se le dibujó en los labios. — A veces extraño como su sonrisa podía iluminar una habitación entera.

—¿Ella era tu esposa? —cuestionó mientras miraba la fotografía. Aún no podía creer que alguien como James hubiera tenido que vivir una pérdida... Tal vez no era igual a la que ella misma vivía, pero al final el resultado sin duda había sido la soledad, para ambos.