— Sujétate bien, panecito de melón... — Jaidev dio unos pasos hacia atrás para columpiarse junto al castaño, elevando sus piernas del suelo y dispuesto a impulsarse hacia adelante junto a Mioyo.

Sin embargo, tal y como sospechaba el japonés, las cuerdas del columpio se rasgaron, ocasionando que ambos jóvenes cayeran al suelo. Rápidamente, Jaidev le abrazó para que el menor no se lastimara en la caida, cayendo este de espaldas hacia el suelo. A pesar de esa estrepitosa caida, Jaidev comenzó a reir en fuertes carcajadas, ya que su plan no dio resultados.

— ¡Jajajaja! ¡Mi-Mioyo! ¡Vá-Vámonos, antes de que vean que destrozamos el columpio! ¡Jajajajaja!