- Solo quiero un poco de sangre. -Exclamó frunciendo su entrecejo sin perderle la pista al filoso objeto que posee el peculiar joven.- Sé que puedo obtenerla de algún sitio, incluso sin tener que matar, o bueno, ... Supongo que no es necesario ¿O sí? -Dijo la menor aún perdida en su objetivo por obtener aquel líquido carmín que utiliza para esos infantiles dibujos.-
-Indudablemente, Sapphire había puesto toda su atención en el varón, olvidándose de la hora del día y del momento en que tenía que regresar al colegio para evitar problemas. En ese día, y precisamente, en esos momentos todo parecía distinto, por fin podía encontrar esa respuesta que anhela obtener. Mientras se mantuvo frente al joven, su vista está fija en el cuerpo aún fresco, cuya sangre se extiende y tiñe el piso, un precioso rojo carmín que la niña busca para su cometido.-

Pauvre âme dans la misère. Se sobresaltó al notar los sucios billetes, que por supuesto evitó. No le veía sentido a tal acto tonto, e infantil de su parte. Estaba loca quizás, un semillero para algún Malkavian depravado, más no él. No veía placer en socavar a los más débiles sin razón, no por falta de crueldad, sino más bien de sentido en destruir a una mente que carecía siquiera de correcta razón. Desenvaino a su serpiente de plata, como solía considerar a su cuchillo de plata desde el flanco derecho de su pantalón de seda, alzándolo con su petulante brillo, furiosos dobles filos de arma de muerte. Incluso parecía rivalizar a la luna en su estirpe furiosa y anhelante de carne, con el arma jugaba.

Una vez que matas a una pegsona, esa alma vive en ti pog siempge. Se necesita más que tu locuga patetica paga seg digna de aquello.

- ¿Matar? ¡Oh, no! Nunca lo he hecho, pero necesito aprender a matar. Porque yo... -Inclinó su rostro y continuó con voz apagada.- intenté hacerlo, pero no puedo, algo dentro de mi lo impide. Busco a un maestro, un profesional que me ayude en eso, si es necesario, le pagaré. -Se aproximó al galante hombre, haciendo caso omiso de aquellos desdenes y adjetivos de su contrario.-

*Prontamente, Sapphire sustrajo del bolsillo de su vestido un pequeño morral con algunas monedas y billetes desgastados pero que aún conservan el valor monetario.- Ésto es lo que traigo.

No tienes gemedio, infant. Estás loca, loca y sedienta de violencia, tu vida sega una guina.

Le dijo sin tapujos, pues si algo sabía leer el Toreador era la bajeza de la especie por la que existía por oposición, negó primero con su mentón afilado y sus ojos se llenarón de amarillo fulgor, los colmillos reclamaban la justa venganza por la osadía, pero no iba a matarle, ni tampoco iba a alimentarse de ella. Se irguió mientras lavaba su rostro pálido con ayuda de un pañuelo, escondiendo la vitae ajena de cenizas sobre su cara en largos movimientos sobre su cuerpo lánguido.

¿Mataste a alguien alguna vez? Hablo de mataglo de vegdad. Tuez avec vos mains.

-No pudo evitar observar aquel rastro de sangre que se impregna en el blanco pañuelo que iba perdiendo su tono original, levemente relamió sus labios al recuerdo del salado y ferroso sabor de aquel líquido, porque en anteriores ocasiones, había tomado la iniciativa de probarla a gusto y en plena soledad, justamente como ambos se encuentran en ése lúgubre y olvidado sitio.- - En la escuela no me enseñan nada de lo que usted sabe. -Inquirió en un inocente intento por convencer al galante hombre de acento francés.- ¿Qué puedo hacer para volverme su alumna? No quisiera regresar al colegio, ese lugar es horrible.

No le correspondió el saludo, pues la suya estaba sucia en sangre y bajo la voluntad del anarquismo, propio de la noche más mala, terrible e infame. Rondaba en aquel callejón ajusticiando a algún que otro bribón, ensuciando el suelo con su sangre para regar la tierra de Francia. Satisfecho está ya, por lo que no le ve como presa, ni tampoco como amenaza, sino más bien tantas casualidades que recorren en los callejones: El miedo no le domina, ni tampoco la rabia. Exhala aire helado desde sus labios adormecidos, manos firmes que se alzan hasta su saco oscuro, sacando de ahí un pañuelo con el que lava sus manos.

Respectez les morts...Niña, aquí acaba de mogig un homme, un guerrier. Pog eso mi silencio y mi calma, la Luna ha sido testigo de un duelo, le sang est plus que beau et doux.

- Mi nombre es Sapphire. Mucho gusto. -Extendió su pequeña mano al varón, siendo tan pequeña, tan frágil y suave.- Dígame ¿Podré aprender más de la sangre? -Le lanzó aquella pregunta a quemarropa sin meditar en las consecuencias, sin importar quién será aquel hombre de misteriosa procedencia. De cualquier manera, Sapphire siempre había tenido toda clase de gustos mórbidos encaminados a la muerte o todo lo que tenga que ver con ella.-

Pour des absurdités. -Le respondió, mientras le observaba y oía su tan absurda explicación, no pudo evitarlo, sus ojos detrás de las gafas se posaron con ímpetu en ella desgarrando su intención desde la distancia, a los falsos podría destrozarlos con ambas manos sin dudarlo ¿Pero como evitar no reir? Una risotada sublime, de esas que son indecorosas e incómodas por su longitud, llevando ambas manos hacía su propio inerte vientre, expandiendo su carcajada en largos segundos. El rostro arriba, donde la luz de la Luna profetizaba con su brillo que los senderos jamás se repetían, bajó su cara para poder observar- ¿Cuál es tu nombre, Dgaculina? La sangge es más que una pintuga, es más que el agte.

- ¿Para qué crees tú? -Lanzó la respuesta en modo de pregunta cuya respuesta parecía poseer mucha obviedad.- Para hacer más dibujos, la sangre tiene un aspecto único y muy extraño, no es como los crayones, lápices de colores o acuarelas que uso en la escuela. No, ésto es distinto, su color es muy rojo al principio, luego va cambiando y cuando se seca, se hace polvo. ¿No te parece hermoso? -Volteó a ver al mayor, denotandose la diferencia de estaturas.-

La observó con una mezcla de lástima y de patetismo ¿Qué peor que una “humana” derrotada? Evitaba prestar atención hacía sus actos, de hecho, enfundó nuevamente su cuchillo en la faja roja que tenía como cinturón, adornada por un adorno dorado de un sol de oro anexado a una femenina luna, de ojos tallados por orfebres. Se limpió por completo la sangre de aquel truhan que había asesinado por violar su acuerdo territorial, pero la súbita hambre de la chiquilla le hizo espabilar abriendo sus ojos amarillos ante la sorpresa.

¿Sabes lo que es? Sang, vitae. Sonreía, exponiendo sus colmillos ante la mujer, podría de destruirla de así desearlo, pisarla como una espiga. ¿Paga que quieges tú eso, Dgaculina? Se mofó, pues no había nada más paródico que está muestra de sadismo por parte de su inocente parte.