No podía dejar de sorprenderse cada vez que veía a Hirai trabajar para ese joven estudiante, la manera en que respondía a sus órdenes con presteza y cómo parecía tener su propia magia al conseguir lo que fuera que pidiese con suma facilidad. Sin embargo todo ese proceso mental se fue por la ventana cuando vio los churritos, saltando de inmediato al plato hondo donde estaban para recoger uno y devorarlo con la misma cantidad de hambre que mostraba cuando veía uno. -Hmm, estoy bien con un poco de té. Y, gracias, gracias, siempre supe que eres un buen chico, Kaoru.- Dijo con unas pequeñas reverencias ante la oferta, realmente sintiéndose afortunado por aquella oferta de ayuda aunque personalmente pensaba que el niño estaba exagerando con aquello de la suite. -No te preocupes, ya sabes cómo es Azumi. Hizo erupción y solo hay que esperar a que el bosque deje de estar en llamas.- Dijo con tono resignado.

La lluvia repiqueteaba contra la taza que no hacía el mejor de los trabajos a la hora de cubrirle del agua, quizás porque en lugar de sostenerla verticalmente encima suyo la llevaba inclinada y las que no rebotaban contra su cabeza al chocar contra el fondo, se resbalaban por la curva del cilindro directo hacia su espalda. Su idea era aprovechar que el lugar donde ese muchacho vivía era tan grande como un país e infiltrarse para buscar refugio temporal sin que nadie se diera cuenta, pero aquello había fallado. Infló los cachetes y se subió dentro de la limusina de un salto. -Pelea. Ja. Como si se le pudiera llamar pelea cuando involucra a Azumi. Abuso unidireccional es un nombre más adecuado.- Dijo con la irritación en su voz mientras se sacudía el agua en el cabello y se dejaba caer en el asiento, derrotado, cansado y con frío.