31-35, M
Orgulos, amable, considerado
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ClaryFray · 26-30, F
— Estoy bien... —Había dicho. Y, en cierta forma, lo estaba. Había salido con vida de aquel ataque, no ilesa, pero sí viva. Cualquier excusa estaría fuera de lugar, y dadas las circunstancias, todo lo que podía hacer era permanecer firme, sin flaquear, hasta el final...— No te preocupes.
Insistió; y de alguna forma se las arregló para dedicarle una débil sonrisa. A pesar del agotamiento, aún necesitaba hacerle saber que estaba apta para seguir en el frente de batalla. Sin embargo, muy a pesar de sus esfuerzos, un quejido de fatigado dolor la abandonó tan pronto como se había incorporado, despegándose del polvoriento suelo bajo su cuerpo.
El acostumbrado brillo tenaz de su mirada se vio eclipsado por el evidente dolor de la nueva herida que surcaba su brazo izquierdo. Si debía ser franca, su cuerpo entero era una pesada carga, cubierto de cicatrices y heridas recientes, no era precisamente su mejor aliado en aquel instante. En su interior, Clary aún se asombraba de lo que la desesperación era capaz de hacer; había estado corriendo de aquí para allá durante las últimas horas, subsistiendo a base de adrenalina y una inquebrantable fuerza de voluntad. Era realmente un milagro que aún estuviera consciente -y no conforme con eso- deseosa de seguir adelante con su misión.
Entrecerró sus ojos tan sólo cuando la estela tocó su piel trazando perfectas Marcas sobre ésta, allí junto a la sangre y rastros de suciedad.
Echó un rápido vistazo por sobre los hombros de Jace, quien parecía ocupado en la runa, sólo para comprobar cómo el sonido de la batalla en pos parecía ir disminuyendo...
— Deberías reunirte con ellos... —Soltó de pronto, como si no existiera filtro alguno entre lo que se formulaba en sus pensamientos y lo que salía de sus labios.— Tal vez... si nos dividimos... —Continúo, tratando de explicarse con cierta torpeza— Isabelle, Alec y tú... podrían proteger al instituto... y a Simon. Mientras yo... yo podría ir por mi madre. Tal vez exista una forma en la que pueda manejar a Valentine... Yo...
Su tímida mirada, que se mezclaba con un velo de completa resolución, se ancló -suplicante- en el interior de aquellos ojos color oro, esos que tanto adoraba, esperando que comprendiese... que él comprendiese lo que pasaba por su mente en ese instante. "No puedo permitir que hayan más heridos", habían sido sus pensamientos cuando se atrevió a plantear una propuesta como aquella.
Sus finos labios se entreabrieron con un imperceptible temblor, buscando las palabras adecuadas -tal vez-, buscando la forma de persuadir al valiente nefilim. Aun cuando, sabía que, mantenerlo alejado del peligro era caso perdido; una tarea tan imposible como intentar separar la sal del agua del mar.
Insistió; y de alguna forma se las arregló para dedicarle una débil sonrisa. A pesar del agotamiento, aún necesitaba hacerle saber que estaba apta para seguir en el frente de batalla. Sin embargo, muy a pesar de sus esfuerzos, un quejido de fatigado dolor la abandonó tan pronto como se había incorporado, despegándose del polvoriento suelo bajo su cuerpo.
El acostumbrado brillo tenaz de su mirada se vio eclipsado por el evidente dolor de la nueva herida que surcaba su brazo izquierdo. Si debía ser franca, su cuerpo entero era una pesada carga, cubierto de cicatrices y heridas recientes, no era precisamente su mejor aliado en aquel instante. En su interior, Clary aún se asombraba de lo que la desesperación era capaz de hacer; había estado corriendo de aquí para allá durante las últimas horas, subsistiendo a base de adrenalina y una inquebrantable fuerza de voluntad. Era realmente un milagro que aún estuviera consciente -y no conforme con eso- deseosa de seguir adelante con su misión.
Entrecerró sus ojos tan sólo cuando la estela tocó su piel trazando perfectas Marcas sobre ésta, allí junto a la sangre y rastros de suciedad.
Echó un rápido vistazo por sobre los hombros de Jace, quien parecía ocupado en la runa, sólo para comprobar cómo el sonido de la batalla en pos parecía ir disminuyendo...
— Deberías reunirte con ellos... —Soltó de pronto, como si no existiera filtro alguno entre lo que se formulaba en sus pensamientos y lo que salía de sus labios.— Tal vez... si nos dividimos... —Continúo, tratando de explicarse con cierta torpeza— Isabelle, Alec y tú... podrían proteger al instituto... y a Simon. Mientras yo... yo podría ir por mi madre. Tal vez exista una forma en la que pueda manejar a Valentine... Yo...
Su tímida mirada, que se mezclaba con un velo de completa resolución, se ancló -suplicante- en el interior de aquellos ojos color oro, esos que tanto adoraba, esperando que comprendiese... que él comprendiese lo que pasaba por su mente en ese instante. "No puedo permitir que hayan más heridos", habían sido sus pensamientos cuando se atrevió a plantear una propuesta como aquella.
Sus finos labios se entreabrieron con un imperceptible temblor, buscando las palabras adecuadas -tal vez-, buscando la forma de persuadir al valiente nefilim. Aun cuando, sabía que, mantenerlo alejado del peligro era caso perdido; una tarea tan imposible como intentar separar la sal del agua del mar.