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JS1575629 · 31-35, M
“Confiar”. ¿Qué tanta retribución se le puede dar a esa palabra cuando se vive rodeado de embusteros? Entre sus posibilidades se hallaba la más tangible a la ocasión: que dentro de la habitación de la mujer lo estuviera esperando una horda de oficiales.

Jack miró al piso; uno de los soldados revisaba la zona. Estaría perdido si se le ocurría voltear al cielo pero, afortunadamente, un “¡Señor! Dicen haber visto a Sparrow por aquí” distrajo al militar.

”Capitán...”, pensó Jack con disgusto.

“¡Señor! ¡Por ahí!”

Temiendo lo peor, dejó las dudas detrás y enganchó las manos a la punta de la estola. Sin pensárselo dos veces (y tras confirmar que la tela y cuerda bajo sus pies yacieran tensas), Jack se puso de pie y caminó cual acróbata de circo hasta llegar al alféizar de la ventana.
 
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