—¡Por supuesto que no cambiaré de opinión! —dijo, quizá con más indignación de la que debió, pero es que Jack tenía el don de siempre hacer a Elizabeth exasperarse y asombrarse; no al mismo tiempo, por supuesto. —Tenemos que partir ya, escuché que han amenazado con ahorcarlo dentro de tres días... Están dándole tiempo porque saben que no lo dejaré así. Es como la carnada, y aunque mi egocentrismo diría que yo soy el tiburón, presiento que saben bien que iré con tu auxilio. Tú eres el pez mayor a atrapar —se acomodó los necios cabellos que volaban con la brisa marina y mostró una genuina preocupación en su rostro al hablar de Will una vez más. Estaba en deuda con él por tantas cosas y sentía que era su responsabilidad ayudarlo, por su amor y porque todo lo que había hecho el joven Turner había sido para auxiliarla a ella. Se preguntó por un segundo cuán diferente sería la vida de Will si no la hubiera conocido...
Apretó los labios es una sonrisa forzada, tensó las manos e inhaló profundamente para no soltar toda una colección de palabras mayores que una dama refinada como Elizabeth no debería escuchar. Ya relajado (una pizca), continuó: — No recuerdo ningún lamento, moza Swann. Y creo que en lugar de sostener esta discusión, deberíamos concentrarnos en rescatar a su joven príncipe, a menos que quiera dejarlo en donde sea que lo tengan preso y fijarse en... un premio mayor —
— No la juzgaré si cambia de opinión respecto al muchacho Turner —
—Recordaré tus... Memorables palabras la próxima vez que quedemos solos en una isla y vuelva a quemar el ron. Aún recuerdo tus lamentos, Jack, no eran los lamentos de alguien que nunca se queda con las manos vacías. ¿O sí?
— Siempre obtengo lo que quiero, Elizabeth. De alguna u otra forma, a veces corriendo más riesgos de los necesarios... pero el Capitán Jack Sparrow nunca, NUNCA se queda con las manos vacías
Lo demás son inconvenientes. Nada que un par de tortugas no arreglen.
Debe ser una broma, ¿crees que después de todo lo que hemos pasado el favorecido eres tú? Siempre terminas varado en algún lado completamente solo, Jack.
— No es tan difícil de descifrar, querida Elizabeth. Depende hacia dónde esté inclinada la balanza y no es por presumir pero, regularmente, me favorece a mí.
