—Koo-… —Fue lo único que consiguió pronunciar del hermoso nombre de su amado, antes de ser silenciado por aquellos labios a los que correspondió de inmediato.

No pudo ocultar más su deseo, recorriendo la firme espalda de su novio con la fina punta de sus dedos, cariñoso pero con cierta impaciencia por explorar más, a la vez que sentía su corazón desbordarse por lo rápido que iban sus latidos.

— ¿Sabes? No es necesario que mantengas esa compostura.

Añadió entre el coqueteo sin deseos por desviar toda su atención visual enfocada sobre la belleza de quien ama y adora. Esa devoción que inclusive lograba hipnotizarlo accediendo a toda petición por más trivial que fuese.
No lo soporto más, bastaron un par de segundos para saturar los apetecibles labios en cientos de besos, uno tras otro.

—No es justo… —Le reprochó entre pucheros con un tono suave, incluso un tanto mimoso. —Me pones la tentación enfrente. ¿Cómo se supone que mantenga la compostura viéndote así? —Se acercó a sus labios, susurrando aquello último sobre estos mientras le tomaba por los hombros.

— ¿Sucede algo, hyung?— La simple expresión lo delataba y sin comprender esa reacción de su novio toda preocupación se hizo presente en su faz. Sin embargo, no titubeo en aproximarse suficientemente por procurar comprenderlo.

—Pero-… Jungkookie. —Dejó de respirar por un segundo, quedando boquiabierto, además de atónito. Reaccionó entonces, desviando la mirada con cierto nerviosismo