— ¿Qué clase de gato es este? — Mencionaría más a sí mismo, rematando con una carcajada que regocijó su momento incómodo. (?)

—Por si no quedó claro, no era pregunta— Y para demostrar su punto se fue a recostar en la cama ajena, casual, como si fuera suya.

Un suspiro de resignación se le escapo de entre labios, a fin de cuentas no existían otras opciones factibles más que ceder ante el demonio. (?)

— Si, como sea, puedo compartir mí cama.

—Mia también dije— Se impone, así bien firme —Es bueno saber que lo tienes claro— (?)

— En el contrato no se menciona mí cama. Y lo de ser tuyo me ha quedado muy claro.

—Lo tuyo es mío... tu eres mío de hecho, así que tu cama también me pertenece (?)—

— ¿Por qué debería de obedecer? Es mí cama. (?) —

—¿Cómo que aferrarte? No, mientras te quedes de tu lado de la cama no tendría porque pasar nada— (?)

— Entonces tendré que aferrarme a ti. — Todo sea por no dormir en el suelo. (?)

—Te tiraré al suelo si me aplastas— Está bien determinado a molestarlo hasta para dormir (?)