— Me estás guiando a lo insano... Soy consciente de que absolutamente todo es una fantasía, ellos jamás regresarán, mí vida antigua se esfumó enfrente mío. El derecho a ser feliz se me arrebato desde ese día. Ese maldito día que está grabado en mí mente. — Trago en seco y ante la ineludible desesperación a penas lograba articular todas esas palabras recobrando un poco de sensatez perdida en el transcurso, finalmente su necedad era benéfica, después de todo es un Belmont y sucumbir factible jamás será la opción. — Agradezco este falso regocijo que me está matando. — [...]
Indeliberadame parpadeó sin siquiera creerlo del todo. ¿Acaso el demonio estaba accediendo a su voluntad? — Puedo soportarlo más de lo que piensas. — Aseguró bastante convencido de su nuevo suplicio que le esperaba al porvenir y entre tanto prestar absoluta atención visual a su acompañante de habitación. Debía admitirlo, la frustración ajena suscitaba cierta satisfacción inigualable e insuperable y por ende una vez más sonrió dichoso de presenciar tal instante.
— Si, es part de mí ADN. — Añadió conciso, sin mayor explicación por dar y de inmediato tomo asiento, en ese momento sintió que recobraba la cordura y el aliento perdido en la comodidad de su hogar.
— ¿Un demonio encaprichado con un simple humano? Me sorprende. ¿Eso significa que aceptarás mí propuesta?
