— Me estás guiando a lo insano... Soy consciente de que absolutamente todo es una fantasía, ellos jamás regresarán, mí vida antigua se esfumó enfrente mío. El derecho a ser feliz se me arrebato desde ese día. Ese maldito día que está grabado en mí mente. — Trago en seco y ante la ineludible desesperación a penas lograba articular todas esas palabras recobrando un poco de sensatez perdida en el transcurso, finalmente su necedad era benéfica, después de todo es un Belmont y sucumbir factible jamás será la opción. — Agradezco este falso regocijo que me está matando. — [...]
esa voluntad de seguir adelante, no lo entendía, no encontraba sentido alguno a querer seguir existiendo en un mundo que solo le había traído sufrimiento y miseria, su rostro se deformó en una mueca de confusión y molestia combinada, quería retroceder por un momento, alejarse de ese hombre a quien juraba había destrozado varias veces desde que llegó a él, pero que en cada ocasión se ponía de pie recogiendo los pedazos de su ser y juntándolos con pura fuerza de voluntad.
—No te entiendo...— Finalmente respondió, con voz trémula, incluso cansada, cada sueño, cada ilusión, por supuesto que le costaba cierta cantidad de energía y al no obtener el alma completa del cazador, no podía recuperar todo lo que ya había gastado en él.
Desvió la mirada, sin responderle en ese momento, pero el mundo onírico donde lo tenía preso se fue desvaneciendo poco a poco, dejándolo recuperar el control de si mismo y despertar de nuevo en el mundo real, en la habitación de su residencia donde ambos
