— Gracias

Finalizó su costoso trabajo por bajar del caballo, también agradeció al mismo con unas palmadas cerca el hocico, dejo al rubio esperando por ella mientras apresuraba su paso rumbo a la tienda.

Ahí encontró un sin fin de cosas, coleccionables, algunas más que recordaban a sus compañeros de viaje; en especial una estrella y por las vitrinas cerca del área de cobro distintos osos afelpados, cada uno más adorable que el anterior, fue una misión rápida; entrar, pagar y salir y por suerte el dinero que llevó fue justo con excepción del vuelto unos centavos que guardo con ligereza en su bolsillo derecho. De vuelta con Johnny le mostró los dos osos y algo parecido a un pin mismo que anteriormente había llamado su atención.

— Para ti — Musitó con una sonrisa amable.

— No le estás mintiendo... Bueno, depende de cómo lo veas.

Busco que Slow Dancer aumentará un poco más su ritmo, tampoco es que estuvieran en aquella carrera de ese entonces como para requerir forzar de más al viejo caballo. Pocos minutos después de cabalgar, llegaría hasta el pueblo, específicamente a una de varias casas de madera, la venta era de almohadas, cobijas y cualquier cosa similar, era consciente que era el lugar más probable donde hubiera un peluche rosado.

— Bien... Debería ser rápido.

Poco después, bajo del caballo y no dudo ni un momento en ayudarle a bajar.

— siento que le estaríamos mintiendo, pero fue mi error, no quiero que se moleste conmigo

Susurró brevemente y jaló de la ropa al mayor, el paso de Slow dancer era tenue, casi parecía estarla meciéndose al ritmo, decidió quedarse callada hasta llegar a su destino, de cualquier forma, él sabía a donfe llegar, a dónde ir y si había problemas sabía cómo solucionarlo.

— Es una historia que no conozco, solo se que no tiene problema en cambiar de oso si ya está... Bueno, roto.

Y si hacerse esperar más, dió el primer golpe al caballo con las riendas, haciendo que Slow Dancer comenzará a correr hacia el frente, sabía que tan cerca estaba el pueblo, así que no sería un problema llegar con algo de tiempo.

— Además, podemos comprar uno extra por si acaso.

Intento subirse sin complicarse, logró la hazaña al segundo intento acomodándose lo suficiente para no caer y tampoco ser un objeto más sobre el caballo.

— Estoy sorprendida con el Señor oso, sinceramente.

— En casi cualquier tienda hay.

Se había levantado para cuando tomo la mano contraría, comenzando a avanzar hasta su caballo, pensando un poco en que próximo lugar podría encontrar aquel peluche.

— Vamos antes de que... Bueno, nos encuentre.

Y tras ello, subió al caballo, ofreciendo la mano para que subiera detrás suyo.

— ¿Dónde lo has comprado? Ah, espero que el dinero robado sea suficiente

Hizo una pausa, no quería que él supiera lo que había hecho para llegar hasta ellos. Volvió a tomar de la mano.

— Vamos.

— Exacto, digamos que una vez yo también perdí uno y lo compre... Aunque no le digas.

Incluso alzó la mano e hizo un gesto de silencio, realmente no se sentía orgulloso de aquel momento, pero si que fue para evitar un momento difícil entre ambos en ese entonces.

— Aunque deberíamos ir rápido a comprar uno, antes de que te pregunté.

— Quieres decir... ¿Que usa el poder del presidente para traer a nuevos señores oso?

Ahora estaba asustada, creía que se había librado de la aterradora habilidad de Valentine, después escucho la demás historia y quedó confundida

— oh, ¿Él..los compra?

— Vaya... Bueno, hay algo que creo que no sabes.

Suspiro un poco, solo cerro firmemente ambas manos contra los brazos de la silla, sin apartar la mirada de la contraria, siguiéndole entonces. Dejo escapar un pequeño suspiro y cruzo un poco los pies.

— El señor oso no es... ¿Único? Mientras sea rosado igual, no habrá problema, no es algo que se de cuenta.