[...] que se encargue del trabajo sucio? —Fue mordaz, no porque se sintiera inseguro de que su secreto fuese expuesto en algún momento o porque creyera que realmente Jean desconfiaba de él, sino por mera diversión de sacar, a momentos, de su zona de confort a la maestra intendente y, por primera vez, tener una conversación más relajada y personal que llena de reproches y regaños.

Regresó temporalmente la mirada a los papeles que siguió separando y agrupando según sus características. Estaba seguro de que algo sucedía con Jean, quizás algún tema con su madre, la presión de siempre, algún problema que sucedía dentro o fuera de Mondstadt, y aunque parecía renuente de querer contarle, era tan obvio a la vez que no iba a darse fácilmente por vencido.

Era una situación similar la que vivía, desde unos años atrás, con Diluc. Siempre había tensión, incomodidad y una lucha constante por tratar de que las palabras de uno fuesen lo bastante filosas para lastimar al otro.